La madrugada del 24 de octubre arribó al Aeropuerto Internacional
de Ezeiza el avión de Air France procedente de Ghana, cuyos pasajeros eran los
tripulantes de la Fragata Libertad, quienes por una orden de la Presidente Cristina
Fernández de Kirchner debieron evacuar dicha embarcación.
Juan Carlos se reencuentra en Ezeiza con su familia. |
Hoy, a más de un mes del conflicto, casi todo
sigue igual con la diferencia de que muchos de aquellos tripulantes que
partieron allá por el 2 de junio, con tantas expectativas e ilusiones, se
encuentran con sus familias esperando la orden más deseada, volver a buscar su
embarcación.
Periodismo en Redacción habló con un marino
que debió volver, y hoy se encuentra en Punta Alta desempeñándose en un nuevo
puesto de trabajo a la espera de nuevas directivas.
Juan Carlos tiene ya 14 años al servicio de la
Armada Argentina, con 35 años fue su primera experiencia en la Fragata Libertad.
El desafío era grande, pero el trabajo esta vez traería satisfacciones nuevas,
como la de conocer nuevos países, nuevas culturas y compartir un viaje de
instrucción único para la fuerza.
“Todo se llevaba con total normalidad,
llegamos a Ghana y como en todos los puertos anteriores, se hizo un
recibimiento por parte de las autoridades locales, todo era muy normal. La noticia inesperada llegó el segundo día de estadía
en puerto. Llegado de una excursión me dirijo a mi camareta y unos segundos
después se nos informa que por una orden judicial, presentada por fondos
buitres, se impedía la zarpada.
Al principio no entendía nada, o sea, no sabía
qué eran los fondos buitres, me dirigí a buscar información, ya en las redes
sociales y los medios argentinos estaba instaurada la noticia, se decían tantas
cosas que te producían más dudas que certezas.
Fuimos informados desde un primer momento. Es
cierto que en muchos casos la noticia se filtraba primero en los medios, creo
que era por una cuestión de que toda la información se manejaba desde Buenos
Aires y después se notificaba al barco.
Durante los 23 días en Ghana, retenidos por el
conflicto, siempre me desenvolví con total normalidad. Era raro leer en los portales
argentinos cosas como que estábamos imposibilitados de bajar o que si se
desembarcaba podíamos ser detenidos. No entiendo bien el manejo de los medios
pero causaron mucha incertidumbre y más sobre nuestros familiares.
Se adquirió un módem con la intención de
llevar tranquilidad a nuestras familias, todo se fue dando mejor, los ánimos se
calmaron y en mi caso sentir el apoyo de mis seres queridos me hizo muy bien,
me dejo tranquilo poder comunicarles cómo se daban las cosas en realidad.
Después de la orden de evacuar el buque las
sensaciones eran encontradas, sentí felicidad por reencontrarme con mi familia,
y a la vez tristeza o impotencia por abandonar mi lugar de trabajo.
Esa noche anterior a la partida no dormí, pasé
las horas tratando de acomodar y ordenar todo mi equipaje, lo que traía en el
vuelo conmigo y lo que despachaba por los contenedores que se pusieron para
transportar lo restante del equipaje.
Esa mañana, desembarcar fue un momento muy
especial. Abajo, en el muelle, los más de 200 que nos íbamos, y arriba, sobre
la banda del buque, nuestros compañeros que quedaban. Entonamos la marcha de la
Armada y un solo grito se hizo escuchar en todo el muelle… ¡Viva la Patria!
Hoy, ya en mi ciudad, espero que este conflicto
llegue a una solución que nos permita recuperar nuestra Fragata, ése es mi
mayor deseo y creo que el de la mayoría de mis compañeros, volver a traerla a casa,
donde debe estar”, comentó Juan o Pachi para los amigos, mostrando un gran
optimismo en que el conflicto llegue a solucionarse como todos esperan.
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