miércoles, 3 de junio de 2020

Una argentina en Valencia

Hasta cuándo se extiende la cuarentena, educación, los paseos y las normas de cuidado de personal, todo esto nos cuenta Patricia, una argentina en España. 
Por Mónica Carmelino 
Patricia y Martina, paseando un poco

Hace poco más de 5 años una argentina enamorada de un valenciano apuesta a su vida y su familia en esta tierra lejana pero que la recibe con la calidez de la Europa transitada por migrantes que vienen y van a lo largo de toda su historia. 
Allí, como en todo el mundo, están transitando el coronavirus con medidas de prevención y abordaje de muertes similares a las nuestras; si bien el asumirlas e incorporarlas en la población no fue tan fácil. El “Quedate en casa” fue difícil de asimilar en todos lados, pero básicamente hacerle entender a toda una población que de esto dependía su vida, lo fue aún más. 

Patricia está casada con un valenciano y tienen una niñita de 3 años. Según nos relata la primera cuarentena se amplió hasta el 7 de junio según les informó el gobierno. Las salidas recreativas están permitidas (una hora por día) y también las salidas para hacer deportes (sin límite horario). Sin embargo, las calles tienen muy poco tránsito y los lugares que más convocan son las plazas y los parques donde los padres llevan a sus niños a jugar. 
Los bares están abiertos, aunque la atención es en espacios donde se pueda respetar la distancia social que allí es de dos metros. El uso de tapabocas es solo obligatorio para los adultos y para los niños a partir de los 6 años y la gente sale y comparte espacios en bares o confiterías en las terrazas y en las veredas. 
En España algunos comercios han abierto, pero los que generan grandes concentraciones de gente como los shoppings no. Y como están en fase 2 de la cuarentena, desaparecieron los horarios impuestos para salir, lo cual significa que pueden hacerlo en el horario que quieran. 

Patricia nos cuenta además que respecto a la educación, el gobierno no tiene planeado volver a las clases en los edificios físicos, los chicos y grandes reciben clases a través de Zoom, la misma modalidad que se ha adaptado también aquí en nuestro país. Sin embargo nos cuenta que: “no dejé de trabajar y tengo que estar desde las 8 hasta las 15 trabajando. Tengo una nena de 3 años que tiene clases por Zoom y hay que estar con ella…. Se levanta y hay que atenderla y si está José (el papá) tiene mayor flexibilidad horaria pero él también está trabajando… pero hay que estar con ella y debe estar lista también para sus actividades; porque es el momento que tiene de conexión con su maestra, con sus amigos…. Y los ve ahí y eso le gusta” 

Nos cuenta que con respecto al trabajo esto generó gran estrés. Al principio no fue alarma, pero poco a poco las empresas les iban dando a sus empleados las portátiles para que trabajen desde su hogar. A ella no le dieron en esa etapa, entonces allí comenzaron los miedos; ya que aquel que no estaba incluido en el “teletrabajo” corría riesgo de seguir yendo a la empresa y enfermarse o quedar desocupado. En el caso de la empresa donde trabaja (que son 500 empleados), les permitieron llevarse las máquinas a su casa, para trabajar desde allí (aunque no tuvieran portátiles para todos) cuando el gobierno decretó el estado de alarma el 16 de marzo. “Ya trabajar desde casa me dejaba más tranquila” 

Otro punto de riesgo es el transporte público. Ella nos cuenta que se traslada en el patinete (una herramienta muy útil y bastante usada por allá), por lo que el riesgo de contagio en el traslado queda bastante disminuido. 
Patricia recuerda el primer día que salió de su casa, que fue el 28 de marzo. Eso fue una sensación de miedo y angustia. “Entrabas en el supermercado y la gente, ni te miraba…. Como si mirándote se contagiaran… todos con el semblante cabizbajo.” 

Las medidas de cuidado que asumen son similares a las nuestras: repasar todo con lavandina, cambiarse la ropa y el calzado cuando vienen de la calle, y tratar de recuperar –aunque sea de a poco- algunas rutinas. Los niños están muy concientizados y le tienen miedo al virus. Por eso las primeras salidas fueron temerosas. Las mismas fueron progresivas. Al principio eran solo salir a dar una vuelta con papá y mamá y nada más. Pero lo que los niños quieren es jugar con otros niños, y más allá de que no se puede jugar con otros, los padres han resignado un poco esta consigna, ya que es muy difícil decirles a los niños que pueden ir a la plaza o al parque y allí deben jugar solos. “Para ellos es fundamental jugar con otros” reflexiona Patricia. 

Distintas etapas. Distintos miedos. Precauciones y cuidados que terminan logrando que la gente prefiera quedarse en la comodidad de su casa y trabajar desde allí. Porque esto que está pasando ha sido increíble para todos, “como película de Hollywood” dice Patricia. Pero es así. Lo importante es cuidarse, protegerse y sentir que uno en su casa está cuidado, bastante más cuidado que si tenemos que salir a trabajar. 
Las medidas de cuidado, el lavado de manos con jabón, el uso de alcohol en gel, mantener la distancia social y usar el tapabocas, continúan siendo las prioridades. La paciencia, la información certera y el sostén emocional familiar es la otra pata de esta batalla que estamos llevando adelante y seguramente pronto superaremos.

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