Por Gabriela Gómez
Así es el personaje que descubriremos hoy. Se llama Juan
Hippener, es nativo de Pueblo San José, partido de Coronel Suárez y acaba de
cumplir 65 años. Es productor agropecuario y Presidente de la Asociación
Descendientes de Alemanes del Volga.
Esto último merece párrafo aparte. Le permite trabajar y
desarrollarse en una de sus más grandes pasiones como lo son “Las Fiestas
Típicas” que realiza a lo largo del año y de esa manera mantiene viva las tradiciones
de su cultura.
Juan nos abrió las puertas de su hogar, y como lo
imaginábamos, encontramos un ambiente tan cálido digno de su personalidad.
Lleno de recuerdos y fotos, invita a sentirse parte de los suyos. Y así lo hace
saber, agasajándonos con una picada y la infaltable cerveza.
En principio cuenta cómo fue su infancia, la cual transcurre
en el mismo pueblo que vive desde que nació, sólo que frente a la Iglesia.
Agrega orgulloso ser el mentor que pasados varios años, esa avenida cambiara de
nombre Roca a Fundadores Casey. Con una enorme sonrisa, dice: “Fui un niño muy
travieso, que me divertía mucho y que era mal alumno porque no me gustaba
estudiar”. No pierde la oportunidad de contar que su boletín estaba colmado de 3 en color rojo
y cansado de esa situación y de los castigos de su casa le pide a la maestra que
si le podían cambiar la nota. Ese mes sus calificaciones fueron las mismas pero
por única vez, se las escribieron en color azul.
El protagonista de esta historia dice que se crió en una casa
muy religiosa, por ende debió ser de pequeño monaguillo. En aquel hogar vivían
sus padres, una tía que la recuerda como muy estricta, Juan que era el más
chico y tres hermanos mayores, uno de ellos es mujer. Recuerda la cantidad de
veces que rezaban durante el día. Confirma con convicción que: “Continúo teniendo
mucha fe en Dios, soy católico aunque le aporto muy poco, pero cada vez que
paso por una Iglesia entro y agradezco por toda la ayuda”.
Juan tiene tanto para contar, cada situación de su vida le aporta
miles de anécdotas, le salen de a borbotones, inclusive recuerda perfectamente
los apellidos de las personas involucradas. No hace pausas.
Con orgullo dice que fue el primero en Coronel Suárez, en
llevar la copa de leche a los chicos de la Escuela Parroquial San José, tan
solo con nueve años. Ello, producto que trabajaba con su padre en el campo,
aprendió las diferentes actividades y que le permitió colaborar en su casa y
ahorrar para, dos años después comprarse
vacas y caballos.
Recuerda a su padre en varias oportunidades. Sus ojos azules
denotan gran amor, con énfasis afirma que era un hombre muy honesto, fue
intendente de Suárez y que se sentía orgulloso: “Fue en ese tiempo la única
municipalidad del país que terminando su mandato tenía superávit”. Aunque con
un dejo de nostalgia cuenta cómo la política hizo que su padre perdiera no solo
cosas materiales y capital sino también interés por muchas cosas de la vida. La
tristeza mayor llega a Juan recordando que cuando tenía 15 años su padre tiene un accidente y fallece.
Comienza para él una nueva etapa. Deja de estudiar y se va con su madre al
campo para dedicarse de pleno a la tarea agropecuaria. Afirma que fueron
momentos muy difíciles y debieron superar varias crisis para reflotarlo. Logra
poner un tambo.
Se repone de inmediato, y cambiamos de tema. La pregunta era
como fueron sus comienzos en las diferentes instituciones que va a integrar y
por las cuáles va a trabajar. “Un tío que fue como mi segundo padre, me marca
institucionalmente. Me hace ingresar cuando tenía entre 18 y 20, no era fácil
porque las comisiones estaban constituidas por personas mayores y los jóvenes
no teníamos tanta cabida”. Pero, cuenta qué enseguida le toca el servicio
militar en Río Gallegos, etapa difícil, dura y muy mala económicamente. Agrega
que: “tenía una novia en la colonia y fallece de cáncer, fue terrible”.
Finaliza el servicio militar. Vuelve a trabajar, también lo
hizo en el sur, pero seguramente su objetivo estuvo puesto en su pueblo natal.
Se vuelve a emocionar y dice que siempre tuvo el apoyo de su madre. Tiempo
después conoce a otra persona con la que se casa y tiene 2 hijos. Años más
tarde se divorcia y como dice él, deambula hasta que conoce a su actual mujer,
Elsa, quién lo acompaña en todo.
Pero participando en el Club Germano y ayudando en el buffet
es cuando surge la idea de las “fiestas”. Reconoce que la primera fue la
organizada para el casamiento de su hermano.
“Siempre tuve la idea de llenar un salón, lo esperaba y
anhelaba”, contó. Su primer evento organizado fue una fiesta de la carneada
donde ingresaron mil personas y tocó una orquesta de Alemania. Y así empezaron
a sucederse las diferentes “Fiestas Tradicionales”.
Nos cuenta cómo en el 2005 sugerido por el intendente
municipal es invitado a participar en política. Juan Hippener en un primer
momento dice que no. “Tengo una herida abierta de lo que le pasó a mi padre, no
quiero perder lo que he logrado como objetivo de trabajo en la vida”. A pesar
de todo acepta y es segundo concejal. Realizó proyectos importantes, pero deja
en claro que no era lo que esperaba. “Tenía una idea, no me fue tan bien, la
política tiene algunas ingratitudes”. La impresión es que no volvería a aceptar
algún cargo, varias veces se lo escucha decir:” nunca más”, además de repetir
que se llevaba mejor con la oposición.
Retoma después de un respiro, el tema de las fiestas. Afirma
que tiene que gustarte y mucho la organización que lleva implícito una
preocupación y ocupación. “Me di cuenta que tenía un largo camino por
recorrer”. Con total calma habla de 600; 700 y 1500 comensales. Se dice a sí
mismo, “esto hay que superarlo, para lo cual, luego contrataron una carpa para
3500 personas”. Pasados algunos años se hace la de los 5000 en el Club
Independiente. Igual esto no termina ahí, con una inmensa alegría cuenta cómo
estando en el escenario y alentado por todos, anuncia la de los 10000. Por
supuesto…objetivo cumplido y con total éxito.
Con orgullo cuenta que además de cada “fiesta”, siempre
piensa en algo más. De esta manera logra superar récords como el chorizo más
largo y la barra más grande. Con cierta picardía dice que ya tiene pensado lo
que sigue.
La última pregunta fue referida a su estado de salud. Juan,
presta mucha más atención y se predispone a contar. “Sufrí tres crisis muy
graves, todos infartos, salí adelante gracias a los médicos, pero si aclaro qué
tengo muchas ganas de seguir emprendiendo, de seguir trabajando en lo que
tengo”.
Para finalizar hace varias reflexiones: “Dios me ha dado la
bendición de lograr a través del trabajo todo lo que tengo, de disfrutarlo y
hacer lo que me gusta; se aprende viviendo; y lo más importante es la fe”. Dice
con convicción y orgullo.
Terminó la nota, tengo en el grabador hora y media de
charla, cuando Juan nos despide junto a su mujer, en la puerta de su casa,
tengo la sensación que nuestro entrevistado se quedó con ganas de contarnos
muchas otras historias.
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