La proximidad a la Base Naval Puerto Belgrano
motiva que, muy a menudo, las actividades de la Armada aparezcan en la agenda
puntaltense. Pero esta vez quisimos ir un poco más lejos. Nos interesamos por
lo que ocurre a nivel de Ministerio de Defensa y, para ilustrarnos sobre el
tema, recurrimos a un referente político en el tema: el Dr. Horacio Jaunarena
(Pergamino, 1942-).
Abogado de la Universidad de Buenos Aires, fue
Subsecretario, Secretario y luego Ministro de Defensa entre los años 1983 y
1989 durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Electo Diputado Nacional por la
provincia de Buenos Aires en el año 1993 y nuevamente en 1999, fue autor de la Ley
de Reestructuración de las Fuerzas Armadas. Ocupó el cargo de Secretario
General de la Presidencia desde el 2000 al 2001 y Ministro de Defensa de
Fernando de la Rúa en este último año. Entre 2002 y 2003 fue Ministro de
Defensa de Eduardo Duhalde una vez más. Ha dictado conferencias de su
especialidad en el país y en el exterior (Estados Unidos, Alemania, España y
Chile). Fue asesor del gobierno de Nicaragua para la creación de su Ministerio
de Defensa. También ha sido profesor y Director del Instituto de
Investigaciones de la Escuela de Posgrado “Ciudad Argentina” de la Universidad
del Salvador desde 2007 hasta 2010. En 2011 publicó la primera edición del
libro “La casa está en orden”, memoria de su gestión como Ministro de Defensa para
lograr la reinserción de las Fuerzas Armadas en el orden constitucional,
durante y después de la transición hacia la democracia.
El Dr Jaunarena se encontraba en su estudio
cuando recibió el llamado de PeR. A pesar de no sentirse muy cómodo con la idea
de realizar la entrevista en forma telefónica, puesto en conocimiento de que no
habría, por el momento, otra forma de llevarla adelante, accedió muy
gentilmente a concedérnosla sin previo aviso. Como no podía ser de otra manera,
al tener acceso al diálogo con un hombre clave en la historia de nuestro país, aprovechamos
para pedirle algunas opiniones sobre cuestiones políticas de actualidad.
PeR: ¿Qué
Fuerzas Armadas cree Ud. que necesita el país?
Dr. HJ: El
país necesita Fuerzas Armadas preparadas y abastecidas como para poder cumplir
con su misión primaria, esto es la custodia de la libertad de los habitantes,
la defensa de nuestra integridad territorial, y la protección de nuestros
recursos naturales.
PeR: Por
lo que he podido ver en entrevistas recientes, Ud. está al tanto sobre el
actual estado de las fuerzas y sus medios. ¿Cuáles son sus apreciaciones al
respecto?
Dr. HJ:
El estado de los medios es el mismo o aún más preocupante que el que los
propios Jefes de Estado Mayor de las Fuerzas le manifestaron a la Ministra de
Defensa en el año 2008. Allí el Jefe del
Ejército le manifestó que la Fuerza estaba imposibilitada de cumplir con la
misión principal que por ley tiene asignada y que estaba en un desequilibrio
por defecto con respecto a las Fuerzas Armadas de Brasil y Chile. Los recursos
asignados a las Fuerzas no son los suficientes como para mantener la
operatividad de sus medios y, como es lógico e irremediable, el paso del tiempo
agrava cada día más la situación.
PeR: He
tenido oportunidad de hablar con militares de distintas jerarquías y todos
ellos coinciden en que Ud. fue uno, si no el más idóneo entre los Ministros de
Defensa que la Nación ha tenido. ¿Qué condiciones debe reunir una persona para
desempeñarse como Ministro de Defensa? ¿Tiene algo que ver la edad?
Dr. HJ: Es
requisito indispensable que el funcionario conozca el problema de las Fuerzas
Armadas; si no se tiene real dominio sobre este tema, mal se puede pretender
obtener resultado alguno.
Indiscutiblemente, una excesiva juventud, podría ser una desventaja, pero nada
que no pueda resolverse con dedicación y profesionalismo. De hecho, yo tenía 42
años cuando asumí como Subsecretario de Defensa y pude llevar adelante mi
cargo. En ese momento no contaba con experiencia en el tema pero me avoqué,
desde el primer día, a investigar la historia de esa cartera desde su creación
y me reuní con tantos entendidos en la materia como fue necesario para
adentrarme en la problemática militar. Dialogaba sin prejuicios con militares y
civiles que estuvieran en el tema. En realidad uno debe nutrirse con la
experiencia de otros que hayan pasado o pensado en el tema, y en general siempre
encontré gente que, de buena fe, me asesoraba. Por esos días, en que se hacía
imperiosa la necesidad de un control civil sobre las fuerzas, como consecuencia
de un corto ejercicio de la democracia, frecuentemente interrumpido por los
golpes de Estado, había muy pocos civiles que hubieran estudiado la temática
mientras del otro lado había militares que no confiaban en la conducción civil;
de modo que la situación era problemática.
PeR: En
algunos países han ocupado ese puesto militares retirados.
Dr. HJ: Sí…
Pero a mí no me parece lo más adecuado. ¿Sabe qué pasa? Si se delega la tarea
en alguien que fue parte de las Fuerzas, nos estamos arriesgando a que sus
decisiones se vean atravesadas por su cercanía con la rama a la que perteneció.
Decididamente el Ministerio de Defensa debe estar en manos de un civil que
conozca la problemática y esté en condiciones de resolver sobre las distintas
alternativas que se le proponen.
PeR: Los
ciudadanos tenemos la percepción de que nuestros gobernantes no obran de acuerdo
con planes a largo plazo. Da la sensación de que cuando un gobierno sube al
poder todo lo que hizo el anterior no sirve. Usted que estuvo del otro lado
¿qué nos puede decir?
Dr. HJ: Sí,
esto es así, lamentablemente la dimensión de los problemas que debemos
enfrentar son de tal magnitud que hay que buscar acuerdos que trasciendan a un
partido o a un candidato, es decir, no sólo hay que ganar una elección, hay que
construir gobernabilidad y eso se logra con acuerdos de la naturaleza que he
señalado. Mientras se sigan tomando medidas en un absoluto hermetismo y sin
tener en cuenta otros puntos de vista, es prácticamente inevitable que una
nueva gestión quiera aplicar su propia impronta y estaremos dando vuelta y
comenzando siempre de nuevo.
PeR: ¿A
qué atribuye el hecho de que la gente crea que no se puede ser político sin
caer en la corrupción? El típico: “Yo en política no me meto”, implicando que
se trata de algo deshonesto. ¿Cómo se combate la corrupción?
Dr. HJ: El
político es producto y reflejo de la sociedad de la cual surge. Si la sociedad
tolera la corrupción por aquello que roba pero hace la situación, no tiene
solución. Pero el problema no alcanza solamente a la clase política, se suman
los empresarios, los dirigentes sindicales y también los periodistas y los
militares. También en todas las áreas hay gente honesta y de buena voluntad. Es
necesario que la sociedad se involucre y reclame transparencia, mire con
atención lo que hace la justicia, cómo investiga y reclame que las causas se
sustancien. Y que premie con su voto al honesto y rechace al corrupto. Por otra
parte, no se olvide que por cada corrupto hay un corruptor, yo creo que
corrupto y corruptor deben ser sancionados con la misma vara.
PeR: En
la página 79 de su libro “La casa está en orden”, en la nota al pie se lee: “(…)
la tarea de aquellos que quieren hacerle llegar los datos de la realidad, por
más importantes que sean, se torna cada vez más ardua”. ¿Se podría decir que
algo de eso está pasando cuando encontramos que el discurso oficialista no se
condice con la realidad de todos los días?
Dr. HJ: Si,
una característica de los que ejercen el
poder es una tendencia a rodearse con los incondicionales que sólo sirven para
hacerle creer al que manda que nunca se equivoca y que todos los que no están
de acuerdo quieren dañarlo. Un buen dirigente tiene que saber eso y no caer en
la trampa.
PeR: Hoy
escuchaba en la radio que al momento sumarían 15 los candidatos a presidente,
cuando en otros países el número suele ser mucho menor. ¿Qué reflexión le
merece que suceda esto en la Argentina?
Dr. HJ: No
es un buen indicador. Esta fragmentación lleva a una irremediable pérdida de
influencia y poder de cada partido político. Mientras más se dividan los
esfuerzos, menores serán las probabilidades de lograr objetivos a nivel
nacional. Insisto en que hay que sentarse a pautar acuerdos.
Llevamos 3 décadas de ejercicio ininterrumpido
de la democracia. Tenemos un país rico, tanto en recursos naturales como
humanos. ¿Habremos aprendido lo suficiente como para elegir gobernantes que
piensen en desarrollar políticas de Estado que den sentido al quehacer nacional?
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