Por Susana Rubio
Momentos del acto en el predio |
El 24 de marzo de 1976, "La Escuelita”, en el barrio de Villa Floresta, dentro de las instalaciones del V Cuerpo de Ejército, se convertía en un centro de detención clandestino..
Hoy, 24 de marzo de 2015, ese predio, habitado solamente por los fantasmas que rodean el cartel revelador de su secreto, fue escenario del acto principal por el Día de la Memoria, organizado por asociaciones bahienses como la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), H.I.J.O.S., Red por la Identidad y la Mesa por el Juicio y Castigo Unidos y Organizados.
Un gigantesco árbol, silenciosamente respetuoso, quedó como único testigo de los horrores sucedidos, ya que la edificación, fue derrumbada antes de la caída de la dictadura.
La conmemoración comenzó a las 10 de una mañana luminosa, con un sol cómplice despejando las últimas nubes, que, vestidas de gris, intentaban recordar dolores viejos…
Entre las palabras sentidas de homenaje a los desaparecidos, se deslizaba la esperanza en encontrar a los que todavía están sumergidos en una oscura identidad: sus hijos, sus nietos…
La emoción entrecortaba las palabras que los oradores se esforzaban en unir, para prometer y prometerse que “esas muertes habían marcado el camino a seguir”, como expresó Hidalgo (APDH), y que, a pesar de los obstáculos, de los atropellos, “del poder tenebroso que mostraba sus garras”, como aseguró Ruiz, nadie bajaría los brazos, ni dejaría de luchar por la Memoria, la Justicia y la Verdad. Martínez habló de la fábrica textil de Pigüé recuperada y que por vez primera él encabezará la marcha de la Memoria en esa localidad.
La lectura de las adhesiones de instituciones y organismos bahienses, daban un respiro frente al micrófono, a esa emoción todavía angustiada de testigos de la historia reciente.
"No se buscaba venganza", aclaró Anahí (H.I.J.O.S.), sólo castigar a los genocidas, desenmascarar al poder cívico y a los medios que colaboraron en el genocidio, y sobre todo, encontrar a los bebés que nacieron en “la escuelita” y en el buque 9 de Julio, en la BNPB.
Desde los carteles, los rostros de los eternamente jóvenes desaparecidos, parecían sonreír, alentando esos recuerdos que no permitirían jamás que se perdieran en la niebla del olvido, mientras las susurradoras, contaban al oído historias de esperanza al que quisiera oírlas…
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