Los niños después de la merienda y una tarde de diversión. |
Todos los sábados por la tarde un
grupo de alumnos, ex alumnos y catequistas del colegio La Inmaculada se reúne
en las instalaciones de la capilla San Javier para ofrecer su tiempo brindando
servicios de apoyo escolar y juegos a los niños y niñas del barrio Villa
Delfina.
Las tardes comienzan cuando llegan
los primeros animadores y algún que otro catequista. Llegan en colectivo o en
auto, en grupos de dos, tres y hasta diez. Hay,
incluso, quienes se encargan de ir a buscar a los niños a sus casas y
llevarlos hasta la capilla. En poco tiempo después de las tres de la tarde,
tanto las aulas, como el patio y la cancha de fútbol de enfrente se encuentran
llenas de chiquitos correteando de acá para allá.
Una de las aulas tiene una larga
mesa de madera, en donde los presentes dibujan y pintan con lápices, témperas o
acuarelas; se divierten con juegos de mesa, como el Monopoly, bloques para
armar distintas figuras o juegos de preguntas y conocimientos. Las dos aulas
restantes se destinan a aquellos interesados en recibir ayuda con sus tareas
del colegio, y en general suelen tener un ambiente más tranquilo que la
primera. En el patio, recientemente se recibió una donación de una hamaca, una
calesita y un tobogán, por lo que no es de extrañar la euforia y alegría de los
niños. Pueden salir a jugar en la vereda también, si el día está lindo.
Hasta el año pasado se encontraban
divididos por colores: azul para el sector de apoyo escolar adolescente; rojo
para el de apoyo escolar de los más chiquitos; y amarillo para quienes todavía
no alcanzaban la edad escolar. Este año la organización cambió y se simplificó
en tres áreas: apoyo escolar, arte y deporte.
La propuesta vino de parte de los
catequistas, Yani (Juan Ignacio Matrangolo) y Pili (Victoria Podestá), que hace
tres años vieron en los alumnos del colegio el deseo de lograr algo más que el
proyecto solidario propio de cada curso. Su primer instinto fue pensar en
alguna acción solidaria articulada con la parroquia Santa Teresita. Allí, un
grupo de mamás plantearon la necesidad de un espacio de apoyo escolar para los
niños del barrio Plan Federal. El problema residía en la lejanía del barrio de
la parroquia, entonces cuando consultaron con la capilla San Javier las
autoridades se mostraron abiertos y finalmente se estableció allí el proyecto.
Se decidió convocar a los alumnos de quinto y sexto año, que ya presentan la
madurez necesaria para lidiar con los desafíos que las distintas realidades les
imponen.
Yani dice que la magia está en la
identificación que sienten los chicos con el lugar, se sienten parte. Lo que
más disfruta es la sensación de sentirse útil para ayudar a otros, ver cómo se
va dando el proceso de maduración de los alumnos del colegio, así como el
compromiso de cada uno con los niños y sus familias.
Liliana Paniagua es profesora de
matemática del Colegio La Inmaculada. La invitaron a formar parte del proyecto
y un día se animó a ir. “Volví con las pilas renovadas. Vengo por lo que recibo
y no por lo que doy. Encontré mi lugar en el mundo. Llego acá y me siento
diferente”.
Josefina Benegas tiene dieciocho
años y está en el grupo “desde el día uno”. Su momento favorito de la tarde es
el abrazo que le dan los chicos cuando llegan: “es un abrazo que te llega
tanto”.
Rondando las cinco y media de la
tarde los chicos se concentran todos en el patio al grito de “a tomar la
leche”. Llega la hora de la merienda, que va variando de semana a semana: desde
galletitas hasta torta y alfajores. Todo lo necesario se va juntando a partir
de campañas y colectas solidarias en el colegio La Inmaculada, así como de
donaciones por parte de terceros y de la propia municipalidad bahiense.
El servicio no se reduce a las
actividades de las tardes de los sábados, sino que implica un profundo
compromiso con la comunidad, ayudándolos en cada oportunidad posible: ante
incendios, inundaciones o cualquier tipo de necesidad material.
Se puede colaborar con leche,
azúcar, cacao en polvo, galletitas, alimentos no perecederos, ropa y accesorios
de niños/bebes al colegio La Inmaculada o directamente a la capilla San Javier
de Villa Delfina.
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