La consigna: escribir notas en un blog, en la sección
Interés General. Los temas que se pudieron incluir en la misma abarcaron una
franja bastante amplia. La primera decisión fue tratar de elegir una
problemática con la que me sintiera identificada o representada para estar
cómoda.
Así fue que el trabajo estuvo orientado al arte y la salud, con un fin solidario. Inspirada en los inconvenientes y
problemáticas que tiene la ciudad de Punta Alta, en el cuatrimestre realicé unas
veinte notas que permitieron internalizar conocimientos con cada una de ellas.
Esto amplió la visión de algunas cuestiones. El contacto con los profesionales
en las diferentes ramas abordadas engrosó de manera significativa los
conocimientos de las mismas.
En la elección de la
primera nota tuvo que ver la disposición personal e inclinación hacia las
mascotas. Por eso decidí acercarme a la Asociación Protectora de Animales Punta
Alta (APAPA). Acompañada por mi hijo Agustín, que, con la excusa de no saber
manejar la cámara digital, logré convencerlo. La realidad era otra. El miedo a
romper el hielo en forma solitaria fue el motivo de la invitación. Busqué apoyo
en lo seguro, mis afectos. La excusa de no saber operar la cámara fue una
segunda verdad. Las clases de Fotoperiodismo recién iniciaban. Debíamos
improvisar y sacar las fotos a criterio propio para reflejar los hechos. Ese
primer contacto aquel día, con la presidenta de la asociación, puso en
evidencia que la improvisación sirve, pero si es acompañada de una investigación
previa, se obtienen mejores resultados ante el entrevistado. Recuerdo que con
dificultad, podía prestar atención a sus respuestas. Sólo me importaba la
pregunta que debía hacerle cuando dejara de hablar. Hacía cinco segundos me
había dicho su nombre y ya no lo recordaba. La había bautizado con el nombre de
Alicia, cuando el correcto es Cecilia. Lo bueno fue el apoyo en los medios
tecnológicos, el celular y la capacidad de retener el relato en su interior. Al
reproducir los diálogos, fui corrigiendo errores futuros.
Al comienzo, encontrar “la nota a cubrir”, fue todo un dilema
cada semana. Ya a instancias finales la situación fue algo tragicómica. Las
personas que conocí comenzaron a colaborar con información sobre eventos
posibles de ser noticiables. Recuerdo en particular un fin de semana donde fui a cubrir una nota a Bahía a la Agrupación
Perros Nómades, sobre un encuentro nacional de motos. Inicié el viaje y tuve
que ceder el paso a un camión de bomberos, al escuchar su sirena y avistarlo
por el retrovisor. Era una primicia. Desvié mi rumbo y lo seguí sin importar lo
lejos que podría ser el siniestro. Una vez en el lugar, cámara en mano, tomé las
fotos que eran necesarias, recogí los testimonios pertinentes y retomé el rumbo
previsto. Ese día no culminó en Bahía, al regresar me esperaba otro compromiso
que terminaría tarde a media noche, era un nuevo motivo para contar. De no
saber qué evento cubriría, la duda pasó a ser ¿cuál de todas era conveniente
escribir? No sólo era sentarse a redactar, debía llevar a cabo un proceso de
selección y priorizar unas sobre otras. Todo esto en un tiempo prudencial ya
que aquello que no se informa al instante, o en lo posible en las primeras 24
horas de sucedido, deja de ser un acontecimiento de interés.
A lo largo de la cursada, se pierden los miedos y las notas
salen. Pero otra instancia superadora fue cuando no sólo salían, sino que
empezaba a disfrutarlas. La cobertura sobre el encuentro de motos antiguas en
nuestra ciudad, fue un antes y un después. Los diálogos fueron fluidos,
espontáneos, con la orientación concreta de la temática, y el punto donde quería
llegar estaba controlado.
Durante el período de estudio tuvimos la posibilidad de
elegir cubrir, dentro de lo que se pudo, lo que nos gusta, lo que nos identificó.
Debemos prepararnos para poder estar sentados frente a lo que no nos gusta y no
nos representa. Las enseñanzas que puede dejar el contacto con el entrevistado deben pasar a un segundo plano y priorizar el único fin que nos tiene ahí
preguntando: el de informar.
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