Di Martino en trabajo de campo. |
Por Silvia Majluf
Era común ver a Vicente Di Martino, en su
mehari rojo, un tipo algo bohemio, amante de las ciencias naturales, que había
cursado la carrera de geología aunque no
llegó a finalizarla, recorriendo la costa de nuestro balneario de este a oeste
buscando, buscando… sin saber qué, pero sabiendo que algo iba a hallar para
luego feliz presentarlo en su museo. De espíritu curioso y vivaz, también era
un referente local en temas de interés cotidiano, como la problemática de las
aguas vivas, la fuerte caída poblacional de las almejas e incluso la historia
de Monte Hermoso.
El museo actual es una sala más bien pequeña, en
relación a la cantidad de restos fósiles que tienen en exhibición presentan
unas cuarenta piezas entre lo que tiene que ver con paleontología, arqueología,
malacología, cangrejos, huevos de raya, huevos de caracol, aunque en realidad
el fuerte del museo es la paleontología. En el año 1.990 se descubre el sitio
de pisadas humanas, que hoy en día forma parte de una reserva, nos referimos a
la reserva natural Pehuen Có- Monte Hermoso, comprende tres áreas, el área uno
y dos corresponde a Pehuen Có y el área tres a Monte Hermoso, que se halla a
unos cinco kilómetros de la ciudad donde se pueden apreciar pisadas de personas y mamífero y aves que datan de siete mil años y de doce mil años
de antigüedad las que corresponden a un perezoso.
Lo visitan alrededor de 20.000 personas por año, se realizan visitas guiadas teniendo en
cuenta la bajamar que es cuando estas huellas quedan al descubierto.
El museo fue creado en el año 1977 y el 21 de
septiembre del 2011 fue bautizado con el nombre de su fundador de tal modo que
este pasado sábado 21 de septiembre festejó su 42º aniversario a tal punto llegó
su interés y sus ansias de investigación que, a través de una ordenanza, el 27
de noviembre del 2008 el Concejo Deliberante lo declaró persona destacable por
su "trayectoria y su tenaz defensa del patrimonio local y reservas
arqueológicas". Los que conocimos a Vicente Di Martino lo recordamos
siempre activo, entusiasta de su trabajo, relataba sus hallazgos con vehemencia
y nos contagiaba su pasión.
Hoy al
bajar a la playa y observar desde lo alto del médano nuestro mar, nuestra
extensa costa, se nos ocurre pensar que tal vez, Vicente esté galopando las
olas junto a Poseidón, en su bello caballo blanco acompañado por aquellas
gaviotas que siempre lo seguían atentas cuando él ponía su rodilla sobre la
arena mojada y comenzaba a escavar.
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