Agostina Pitton- Bahía Blanca
El show de Lindy Hop junto a los bailarines de Swing |
Un nuevo cumpleaños del Centro
Cultural Puentes Amarillos se celebró en la tarde-noche del pasado domingo. Es
que se trata ni más ni menos del tercer aniversario de tal espacio, y valía un
festejo para todo el público. Es por eso que se dispuso el lugar para una
actividad familiar, seguida de la puesta en escena de la banda Lindy Hop,
caracterizada como grupo de jazz bahiense.
Si bien se trató de una tarde
fría, lo que hizo la convocatoria poco satisfactoria, sí se creó a la noche un
espacio de compartir entre amigos, en que se llenó de colores y música. Además
se hizo presente el taller de Swing, que toma allí un espacio de práctica los
días martes, tiñendo así de buena energía la tarde apagada. Al principio de la
jornada tuvo lugar una pequeña clase de dicha danza para luego ponerla en
práctica durante el mini recital.
Leandro Rossi, amigo de la casa y
ahora encargado del lugar junto a otros compañeros, nos contaba: “El Centro
Cultural nació hace tres años, producto de reuniones entre amigos. La casa es
de la familia de Eugenio, uno de los chicos de Círculo Cromático, quien, por
estar en desuso, empezó a usarla como lugar de ensayo, de reuniones y poco a
poco fue naciendo como espacio cultural. El nombre de Puentes nació de un
fanatismo de la banda por el tema del Flaco (Spinetta), Cantata de Puentes
Amarillos”.
“Los chicos saben ver el arte de
todas las formas que se pueda, en todas partes. Y los que venimos acá también.
Desde la cerveza Prisma que fabrican ellos mismos, hasta la música de la banda,
la comida que siempre tuvo un protagonismo importante… Está en todos lados. Lo
que pasa es que dentro de las normativas que propone este sistema, todo esto no
está como legal. Entonces eso afecta un poco si pasa a ser visto desde afuera.
Analizan la movida, porque son personas que no las podemos dividir en
‘nosotros’ y ’ellos’, pero tienen que ver con la política; pasan a ser a los
que uno les tiene que ‘temer’, porque son los que te pueden decir que esto no
va más, poner un clausurado y cerrar la puerta”.
El centro cultural, si bien ahora
abierto al público, fue clausurado en el festejo de su segundo año: “Creo que
las personas tienen que saber de qué hablan y tienen que pasar tiempo en los
lugares antes de establecer un juicio. Porque no todas las personas ni los
espacios culturales son iguales. No son las mismas necesidades y cada cual
tiene su identidad.
Se podría haber hecho muchísimo
más pero después de la clausura la casa tuvo que empezar a enmarcarse y a
medirse en muchas cosas, para volver a abrir pese a estar legalmente cerrados.
Creo que esas fajas entorpecen a que la ciudad pueda seguir creciendo, que son
trabas”.
A pesar de la dura realidad que
atraviesan los espacios culturales hoy en día, la impresión es la siguiente: “Me
parece que lo que pasa hoy día con los Centros es constructivo, que se haya
cerrado así una casa como La Casa del Pueblo o nuestra clausura. Se está
tejiendo una red entre los centros culturales… También como eso, que ayudó a
que la gente se una más. Cada espacio tiene que ser juzgado por lo que es, no
nos pueden juzgar como una gran masa porque cada lugar es muy distinto. Se
generan medidas estándar para poder costear la legalidad, ediliciamente
hablando”.
Y finaliza: “Creo que pese a todo
esto vamos camino a lo que tenemos que hacer. Estoy contento, porque estas
clausuras hacen que la gente se convoque y defina lo que necesita. Y estos
lugares hacen que las diferentes manifestaciones de arte se mezclen… Todo lo
que pasa es hermoso. Esta es una casa
para todos. Si se trata de algún mensaje diría que es transitar, transitar sin
la vergüenza de ser quien uno es. Lo que se busca es compartir y ser. Está
invitado siempre todo el mundo. Es venir, compartirse, y llevarse un montón de
energía muy copada, porque es eso. “
Agostina Pitton
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