jueves, 3 de diciembre de 2015

Un espectáculo excluyente

Por Agostina Pitton
Nota de opinión
El primer Puente Amarillo que iluminó el Paseo en 2013.
Lo ocurrido sobre los puentes amarillos del Paseo de las Esculturas resulta un espectáculo más bien insólito e indignante. Una propuesta, gestada e impulsada por un dispositivo creado para el cuidado de salud mental de jóvenes, fue apropiada por el Instituto Cultural del Municipio, siendo concluido con su firma política.
Con motivos de realizar una intervención totalmente humana y sobre todo colectiva, este grupo presentó el proyecto a fines del año 2013. La movida había comenzado cuando se planteó la idea de hacer del Paseo de las Esculturas, un espacio de encuentro, en el cual la sociedad pudiera apropiarse del espacio, es decir, hacerlo significativo para sí. Dada la canción de Luis Alberto ‘el Flaco’ Spinetta ‘Cantata dePuentes Amarillos’, el propósito también era crear un lugar de homenaje en la ciudad.
Contactando a la Municipalidad, fue planteado entonces el proyecto de pintar todos los puentes y, de la mano de dos admiradores del ‘Flaco’, llevar a cabo un festival. En esa oportunidad entonces, tuvo lugar la intervención sobre el puente de Urquiza al 800, que se desarrolló en una jornada en la que fueron partícipes no sólo los gestores del proyecto, sino también dos bandas “under” locales, y un grupo musical, incorporado por la Municipalidad por cuestiones externas.  Por circunstancias ajenas al evento, y varios meses después, quien era el Director del Instituto Cultural en ese entonces, Sergio Raimondi, decidió dar un paso al costado. Dados los cambios políticos que estaban sucediendo y transformando a Bahía en una localidad ya no tan inclusiva, sino, con una cultura más cerrada, presentó su renuncia, dejando paso a quien es actualmente su responsable, Marcela Sainz.
El proyecto no se volvió a tocar desde aquel entonces, cuando ocurrió esa primera intervención, aunque siguieron desarrollándose homenajes por este músico. El 8 de febrero de este año, en el espacio del Puente Amarillo, se gestó un festival de similares características, pero no se volvió a la idea original.
Hace aproximadamente dos meses, resurgió la propuesta por parte de Marcelo Díaz,  conductor del programa ‘Intervenidos’, que filma intervenciones públicas, quien se había interesado en la primera edición del festival. Por lo tanto, la propuesta salió a flote nuevamente, logrando así que surgiera la iniciativa de una reunión organizadora por parte de los gestores originales. Dados inconvenientes particulares, este encuentro tuvo que ser pospuesto para más adelante, pero finalmente nunca llegó a concretarse.
De un día para el otro, y por causas desconocidas, el panorama cambió de sol a sombra. A mitad de noviembre uno de los admiradores del ‘Flaco’, Sergio Sammartino, se había reunido con la responsable del Instituto, gestando un Festival para el día 26 de noviembre, sin considerar la participación de ninguno de los gestores, y dejando a la deriva la autoría de la idea, que fue tomada como un logro más bien político. Los puentes ya habían sido pintados por Obras Públicas sin previo aviso, y el Paseo ya tenía nuevo nombre: Paseo “Cantata de Puentes Amarillos”. Lo que este proyecto había empezado como una jornada colectiva, había culminado finalmente en un espectáculo político que ni merece ser llamado cultural, dado que capta más la atención en los nombres de las figuras participantes, que en el objetivo social-solidario original.

Para concluir, es una lástima que propuestas tan nobles como estas, que pretenden acercarnos más los unos a otros en una celebración de cultura y arte, sean adueñadas y distorsionadas por unos pocos que olvidan la palabra “integración” para transformarla en “espectáculo”. La construcción de la cultura comienza por entender que no somos simples espectadores de las decisiones de un grupo de personas que ostentan un poder momentáneo, sino que todos somos propietarios y constructores de una historia común, que nace desde la participación y manifestación de la comuna. Es nuestro deber defender los espacios y eventos que son de todos, porque sólo desde la sensibilidad y la belleza de lo que nos inspira, nos recrea, nos eleva, podremos construir puentes… y no sólo de hierro.

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