martes, 17 de septiembre de 2019

Personajes de Monte Hermoso. Juan Carlos Valdez: “La noche anterior al hundimiento, brindamos, no sabíamos que nos esperaba al otro día“.


Por Gabriela Villar
Juan Carlos Valdez. Monumento a Malvinas. Monte Hermoso.
Juan Carlos Valdez. Padre, esposo y Héroe de Guerra. De estatura mediana, con canas, de un perfil aparentemente rudo, que al entablar las primeras palabras, esa imagen se disuelve.
Me esperaba en su casa de un barrio de la ciudad, junto a Liliana, su esposa.
Conocé su historia.
-¿Cuál era tu cargo en el buque?
-Fui enfermero y me tocó participar en la Guerra de Malvinas, estaba haciendo la carrera militar. En el año 1979 me recibí de enfermero y a principio del 80 me mandaron de pase al crucero; desde ese momento hasta el hundimiento, estuve en el barco.
-¿Qué funciones cumplía el Belgrano antes de la guerra?
-Salíamos a navegar, el buque es una ciudad flotante. Nuestra función era velar por la salud de la tripulación.
-¿Cómo te informan que tenés que ir a Malvinas?
Piensa como si ese momento estuviese pasando ahora.
-El día que se recuperan las islas, fue muy fuerte y confuso la vez. Nos hacen formar, avisan que se habían recuperado y nos dan franco. En esa época vivía en Bahía Blanca. Cuando llego a mi ciudad, con mi traje de militar, me llama la atención que la gente me saludaba, me felicitaba…fue un momento confuso y chocante a la vez.
“De un día para otro, mi jefe nos dice que el buque iba a zarpar rumbo al sur, sin destino fijo”.
“Salimos navegando hasta Ushuaia donde hicimos el último puerto y anclamos en Isla de los Estados, donde estuvimos unos días y después partimos a navegar a alta mar el 1 de mayo. Esa misma noche nos juntamos en el dormitorio, todos los enfermeros hicimos un brindis porque no sabíamos lo que iba a pasar al otro día. El único que no brindó fue un compañero que estaba muy preocupado porque recién había sido papá,  y lamentablemente fue el único enfermero que falleció”.
Liliana apronta el mate con un bizcochuelo que orgullosa dice lo hizo su hija Maia de 10 años.
-¿Donde te encuentra el 2 De Mayo, día del hundimiento?
-En un momento escucho a los jefes (todavía era 1 de mayo), que teníamos que reabastecernos porque volvíamos a Ushuaia.
“Ese fue el primer día que dormí relajado porque volvíamos a puerto, porque desde que salimos a navegar dormíamos vestidos hasta con los borcegos puestos”.
“A las 4.00 PM del 2 de mayo escuché  el impacto del primer torpedo que nos pega en la parte de atrás del buque (en la popa) y seguido el segundo torpedo que pega en la parte de adelante (proa). Nos quedamos sin propulsión, sin máquinas, automáticamente el buque cae hacia la izquierda”.
- ¿Cuál  fue la reacción de la tripulación en ese momento?
-Hubo de todo un poco, quienes estaban más calmados gente que se golpeaba, se caía y los que tratábamos de buscar para salir.
“Tenía que buscar la forma de salir así que empecé a agarrarme de las camas para llegar a la parte derecha del buque, tome el botiquín, un abrigo y salgo a la cubierta principal”.
“Ahí comienzo a ver heridos de todo tipo principalmente quemados. El primero fue un oficial (vamos a llamarlo Gómez) que tenía más del 99% del cuerpo quemado, después también muchas heridas por esquirlas”.
Se lo nota nervioso, tal vez sea la circunstancia de revivir momentos que seguramente nadie quisiera vivir.  
-¿Cómo es el momento en que abandonan el buque?
-Cuando los últimos que quedábamos sacamos la balsa, como el buque estaba inclinándose, se nos escapó la balsa y cae boca abajo. Como había otras que tenían poca gente logré subirme a otra.
“Queríamos alejarnos del buque pero venían olas tan grandes más el viento que nos volvía a meter debajo del buque. Intentamos remando y remando para salir y en un momento uno de los marineros grita ´Nos chupa el barco´, porque nos estábamos acercando al agujero que le había producido el torpedo y con la presión del agua, íbamos derecho a ese lugar. Era impresionante ver como se iba “chupando" las demás balsas…no quedó otra, tuvimos que tirarnos al agua”.
“Comienzo a nadar (no sé cuánto tiempo) y llego a otra balsa donde habían unas 10 personas totalmente shockeadas. Alcanzo a reconocer a mi compañero ´el Gringo´ y le grito. Logro sacarlo de ese estado de shock que tenía y el Gringo empieza a gritar: ´es el enfermero ayudemos a subirlo´, pero no podían subirme lo intentaron una y otra vez yo estaba muy pesado, hasta que logran subirme y ahí me doy cuenta que atado a mí cintura tenía mi maletín…por eso era el peso que sentía”.
“Acá es donde digo que los milagros existen. Por esas cosas de la vida, la balsa sola se fue alejando del buque y en ese momento…se hunde por completo el ARA General Belgrano (se emociona) quedamos en soledad, solos con la inmensidad del mar. Seguimos a la deriva mientras seguía subiendo gente”.
-¿Qué capacidad tenían las balsas?
-Las balsas no son comunes tienen techo y cierre (como una carpa para que se entienda) y normalmente lleva 20 personas y puede duplicar el peso, nosotros éramos 55. Yo tenía sentado uno a cada lado de mis hombros. Estábamos empapados en petróleo y se hacía muy difícil respirar así que tuvimos que romper el techo.
Estábamos a la deriva, comienza un gran temporal, viento y logramos llegar a otra balsa (la nuestra estaba rota) donde piden un enfermero. Me crucé y ahí estaba Gómez, el gran quemado que había atendido en el buque que te contaba anteriormente.
Cada vez más viento y más frío y de repente una ola inmensa y bueno…desaparecidos.
“Si a mí no me hubiesen llamado de la otros balsa pidiendo un enfermero, estaría muerto” -se emociona- y hacemos una pausa, mate de por medio, y continuamos.
-¿Cómo soportaron el frío en aguas de 3° o menos?
- Estábamos empapados, helados. Casi no sentíamos los miembros.
Al otro día calculo que sería cerca del mediodía (3 de mayo) sentimos un ruido pero no sabíamos si eran las olas o que, así que sacamos la cabeza afuera y vimos el avión que nos encuentra…NETIUM 2P 111.
Y cuando hablo de milagros es también porque la balsa lleva bengalas y unos espejos con un orificio en el centro el cual vos enfocas a la cabina del avión, lo movés y haces reflejo para que te vean… pero estaba nublado… ¿cómo nos iban a ver ? No sé cómo, pero se abrió el cielo, entró un haz de luz que nos permitió hacer señales y que el avión nos viera.
-¿Cómo vivieron esas 27 horas en el agua?
Con mucho frió. Hambre no y el agua la dejábamos para los heridos. Tuvimos situaciones de gente que se desbordaba entonces entre cuatro organizamos la balsa porque eran momentos de gritos, llantos, ataques de nervios, entonces rezábamos, los habíamos rezar para que mantuvieran la fe y la calma. Los que más asustados estaban eran los conscriptos, solo tenían 18 años.
-¿Cómo es el momento del rescate?
-Llegan el destructor Piedrabuena, el Bouchard y el aviso- remolcador Gurruchaga que me rescata a mí a las 19.30 del 3 de mayo. Primero suben Gómez que estaba quemado y luego nosotros que fuimos subiendo de a poco, a mi tuvieron que ayudarme, tenía las piernas congeladas no podía caminar.
Ya estábamos secos, me presento y comienzo a ayudar a los heridos.
-¿A qué puerto llegan?
-El 5 de mayo llegamos al puerto de Ushuaia donde en micros nos trasladaron (escondidos) a la base de esa ciudad, luego a Río Grande y finalmente Bahía Blanca.
-¿Cómo fue el reencuentro con tu familia?
-Me acuerdo el beso con mi mamá (se emociona) y el choque de mentón lo tengo grabado todavía.
-Después de 37 años ¿pudiste superar la causa Malvinas?
Piensa, ya más relajado, los mates siguen con la amabilidad de Liliana quien en más de una ocasión, corrieron lágrimas de tristeza.
-Ahora sí, me costó mucho, hay muchísimo dolor. Hace 37 años que comienza el mes de marzo y comenzás a revivir todo- se emociona.
-¿Qué les debemos los argentinos?
-Nada. Me emociona la auto convocatoria. El 1° de Abril cuando desfilamos por los 40 años de Monte Hermoso, el aplauso, la ovación de la gente nunca la había vivido, me emocioné hasta las lágrimas.
-¿Qué te dejó Malvinas?
-Lo peor es las pérdidas humanas. En una guerra no hay ni vencedores ni vencidos. Perdemos todos.
Nos despedimos, agradeciendo la nota, nos fundimos en un abrazo que sentí interminable y los tres (su esposa incluida), lloramos. Y así me voy de ese hogar que en el cual se puede percibir el amor de familia, el orgullo y la calma del deber cumplido a la Patria.

1 comentario:

  1. Una entrevista que emociona. Un hombre sencillo que -como otros- estuvieron en el desamparo entregando su vida por la Patria. Gracias!

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