Por Fiorella Farías.
Iriart luego de dictar sus clases de dibujo
en la Biblioteca Popular.
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Nació en Dolores, provincia de Bs. As. El 24 de
octubre de 1941. Estudió la primaria y secundaria en la Escuela Normal de
Dolores recibiendo el título de Maestro Normal Nacional
Sus primeros años de vida fueron en el campo,
donde empezó con la pasión a la lectura y a despertar su interés por las
ciencias naturales.
Llego a la biblioteca Popular de Monte Hermoso
un viernes luego de que Rubén termine de dar sus clases de dibujo. Ingreso por
la rampa de acceso la cual te sitúa en un ambiente artístico, donde la pintura,
la poesía y al escritura se sienten en el aire. Puede que sean los cuadros, o
el sentirse rodeados de libros, o el aire que de pronto parece como si te
hiciera flotar.
Me acerco hasta una mesa que se encuentra en
el medio del salón, allí sentado estaba “el Basko” rodeado de hojas de dibujo y
algunos lápices y microfibras desparramadas por la mesa. Por la biblioteca
andaban algunos niños esperando “la hora cuento”, también algunos adultos
divagando entre las estanterías eligiendo la lectura de la semana. Me paro
frente al artista y lo saludo, estaba con la cabeza agachada, muy concentrado
en unos garabatos que hacía mientras me esperaba. Levanta la vista y a través
de sus gruesos anteojos me mira a los ojos y deja entrever una sonrisa cálida,
me hace gestos invitándome sentarme frente al él.
En ese momento intento recordar desde hace
cuanto nos conocemos con Rubén, busco entre mis memorias en una milésima de
segundo y no logro constatar la fecha exacta. No llegó a ser mi profesor, pero
si cierro los ojos todavía puedo verlo deambulando por los pasillos de la Secundaria
1. Podría decirse que nos conocemos porque así es el pueblo, así es Monte
Hermoso, sentís que todos te son familiares, pero sin poder afirmar de donde y
desde cuando exactamente compartimos esta complicidad.
Te conoces con todos, pero no te conoces en
profundidad, por eso desde la primera pregunta quería apelar a ir a lo básico.
-Basko, contame como fueron tus primeros años
de vida.
Iriart levanta el lápiz de la hoja y se queda
inmóvil unos segundos mientras piensa y luego esboza la frase:
-Yo nací en Dolores en un campo, iba a la
escuela rural a caballo. Tuve una familia normal, mi papá trabajaba también en
un campo, tuve mucho contacto con la naturaleza. Luego que terminé la escuela y
me recibí de Maestro Normal comencé a trabajar en una escuela rural, ahí reviví
muchas cosas de la infancia. Comencé a trabajar en la docencia para lograr
cierta independencia económica, porque tenía pensado irme a estudiar a La Plata.
-¿Y en La Plata como siguió tu camino?
-En La Plata empecé estudiando biología, luego
me pasé a Ciencias Naturales en el Museo donde estudié el doctorado en Zoología.
Rondaba el año 1962, y paralelamente como desde los últimos años de la
secundaria estudiaba dibujo en la ciudad trabajé mucho como dibujante para
publicaciones en revistas y como ilustrador- recuerda.
-¿Cómo comienza el amor por la escritura?
-Me gustó siempre la lectura y la escritura,
siempre me gustó escribir. El amor por la literatura fue algo que siempre tuve
e incluso volviendo a la época de maestro rural fue Jorge Ávalos uno de los
autores que más me inspiró, llegué a tener contacto epistolar con él porque Ávalos
también terminó dedicándose a la zoología y fue maestro en Santiago del Estero
en un lugar quechua en las orillas del Río Salado. Y cuando murió era director
del departamento de epidemiologia de Córdoba; como zoólogo trabajó mucho con el
Mal de Chagas, y yo cuando viví en Corrientes le mandaba vinchucas, y teníamos
contacto desde ahí.
-Me contabas que comenzaste en la docencia
desde muy chico, ¿cómo recordás esa experiencia?
Iriart deja entrever en su rostro una sonrisa
acompañada por un gesto de alivio, como si su memoria fuese un lugar reconfortante
al cual acudir.
-Fue cuando tenía 17 años, entre Vidal y
Balcarce en la Escuela N° de 20 de Mar Chiquita. Tengo excelentes recuerdos,
memorias maravillosas, once chicos, era director de tercera o sea director y
único maestro. Tenés todos los chicos y era de primero a sexto grado, así que
como podías te repartías entre ellos, para atender a todos y los que más tiempo
demandan eran los chiquitos. Una experiencia que en absoluto no fue pérdida de
tiempo, es una de esas cosas con la que uno se hace fantasías. Si volviera a tener
la oportunidad lo volvería a hacer, una experiencia muy enriquecedora.
-¿Cuánto tiempo estuviste viviendo en La
Plata?
-Bastante tiempo, me fui a estudiar en 1960,
me recibí, seguí trabajando como zoólogo y también hice docencia en la cátedra
de Ecología en la Facultad. Viví ahí hasta el año 1979 más o menos. De ahí nos
fuimos a vivir a Corrientes- afirma Iriart esforzándose por recordar con
exactitud las fechas.
-¿Por “nos” te referís a Quela? ¿Ya habías
formado tu familia?
-Sí, cuando me fui a Corrientes me fui con
Raquel (Quela) mi esposa y Martina mi hija que era chiquitita, y en Corrientes
no llegué a ser maestro aunque tuve ofrecimientos, preferí dedicarme a la
zoología. Estaba en un Centro de Investigación Pesquera sobre el Paraná
perteneciente a la Dirección Nacional de Pesca. De Corrientes me fui a Chascomús
a hacerme cargo de la Estación Hidrobiológica de Chascomús y ahí hice docencia en
escuela media como profesor de geografía. Acá en Monte Hermoso que fue donde vine
después cerca de 1993.
-¿Cómo fue tu llegada a Monte Hermoso?
Iriart se apoya contra el respaldo de la
silla, se arremanga la camisa y se cruza de brazos, continua con su relato.
-Llegué a Monte como resultado de mi trabajo:
hacía estudios sobre la laguna Sauce Grande y seguía como personal de campaña
de la dirección de Recursos Naturales de la provincia, hacía estudios en muchos
lugares. Antes de venir a vivir acá solía venir a hacer investigaciones, mirá,
el primer trabajo que se hizo en Argentina sobre biología de la liebre europea
se hizo acá y lo hice yo cerca del año 1974- relata mientras infla el pecho con
orgullo-. Anduve bastante por toda la provincia, trabajaba sobre biología
pesquera y biología en lagunas, así que conozco todas las lagunas de la zona.
Mientras tanto acumulaba experiencias para escribir.
-¿Cómo fue que retomaste la docencia?
-La docencia siempre me gustó –sonríe-,
maestro es mi primer título. Llegué a enseñar en nivel secundario en Chascomús y
acá lo intensifique como profesor de literatura. Ahora sigo enseñando dibujo,
es una de mis pasiones, por eso estoy acá en la Biblioteca. Me dediqué al
grabado, a la serigrafía, y tuve experiencias muy lindas. En términos generales
tengo muy buenos recuerdos de mis alumnos de Monte Hermoso, muchos de ellos han
sido brillantes y han progresado mucho. Tuve siempre muy buena relación los chicos
y guardo gratos recuerdos. A veces era muy obsesivo sobre todo con la enseñanza
de la lengua, pero estoy satisfecho.
-¿Qué pretendías de tus alumnos?
-Sobre todo que a la hora de escribir lo hagan
lo más correctamente posible. Bioy Casares decía que “aquel que dice lo que
quiere decir con las palabras de su idioma habla bien”, pero esta frase abarca
mucho: decir lo que se quiere decir, muchas veces se cree que está diciendo
algo y resulta ser otra cosa, ahí se producen los malos entendidos y eso es por
falta de elementos en el manejo de la lengua y eso hay que enseñarlo desde
chico. Si permitís que los niños usen palabras equivocadas, que escriban mal,
no lo ayudas. A mí, el querer escribir me llevó a estudiar la lengua. Para
formarme tuve el incentivo de poder escribir bien, además me ayudó que en mis
carreras tuve muy buenos profesores. Como naturalista tuve excelentes maestros,
como dibujante y sobre todo lengua, tuve muchas materias de humanidades.
-¿Cuáles son tus preferencias en la lengua?
-Quien no escribe bien no puede hablar bien.
Lo notás en todos lados, sobre todo en los medios. A mí me gusta la narrativa,
sobre todo el regionalismo, nosotros tenemos muchos, la literatura del siglo
XIX, las crónicas de viajeros, el relato histórico. Para mis clases elegía lo que
me gustaba a mí y me parecía que tenía consenso con lo que quería enseñar, con
Jorge Ávalos por ejemplo, en literatura argentina a través cuento como género
corto para conocer autores como Echeverría (“El matadero”), Haroldo Conti,
Abelardo Castillo, más contemporáneos.
-¿Qué podes destacar de tu paso por la escuela?
-Las cosas más lindas que rescato es haber
podido trabajar ciertos temas con los chicos, el trato con los compañeros de
docencia, haber dado clase con jóvenes los cuales fueron alumnos en algún
momento y complementarse.
-Y ahora, algunos años después ¿Cómo trabajas
en esta etapa?
Iriart saca de su maletín de cuero marrón un
artículo escrito en máquina de escribir que le sirve como ayuda memoria.
-Ahora como jubilado me dedico a leer,
escribir, dibujar, grabar, pintar… tiempo no me sobra, pero como grabador tuve
muchas satisfacciones, la Trienal de Cracovia (Polonia), por ejemplo. Se hace
cada tres años y el gran acontecimiento a nivel mundial y no muchos argentinos
pudieron ser parte, yo participé en el año 1994 -corrobora las fechas en su
machete-. Una experiencia muy linda en la que presenté la versión tabelaria del
Santos Vegas de Rafael Obligado. Su famoso poema “Santos Vegas” lo llevé a la
forma tabelaria, fueron los primeros libros que existieron antes de la
imprenta, se talla en madera y después se imprimen como estampas. Con esto
participé, esa versión se presentó en La Plata en 1992 avalada por la sociedad
de escritores, el Museo de la Serigrafía, la Asociación de Artistas Plásticos de
la provincia, el Museo Provincial de Bellas Artes y la Sociedad Argentina de Escritores
entre otras. El dibujo me ha dado muchas satisfacciones. Como la literatura, la
parte más artística de mi vida me dio grandes alegrías como compartir
publicaciones con mi hija.
Luego de la entrevista y la ronda de preguntas
seguimos conversando con el Basko acerca de nuestros gustos en la literatura y
la música. Allí él me pregunta si yo no había sido su alumna. Le contesto que
no, pero que si era consciente que su paso había marcado la secundaria a la
cual yo asistí. Me contó acerca de su colección de escritos que atesora en la
biblioteca de su casa y charlamos sobre arte también, otra de las cosas que nos
une y sobre las cuales tenemos visiones parecidas a pesar de ser de diferentes
generaciones. Al contar nuestras experiencias notamos que compartimos gustos en
la ópera y el ballet, y al haber vivido ambos en La Plata durante algún tiempo
hasta llegamos a presenciar las mismas puestas en escena sin saberlo con
anterioridad.
Iriart ahora vive en la localidad de Sauce
Grande, está retirado de su profesión como Ictiólogo (estudio de los peces) y
como docente sigue dictando clases de dibujo en la Biblioteca Popular de Monte
Hermoso, una de las figuras más destacadas de nuestra ciudad quien supo enseñar
a cientos de jóvenes que tuvieron el placer de poder disfrutar de sus
enseñanzas.
Hoy a sus 78 años opta por ocupar su tiempo en
sus grandes pasiones, como la escritura, el tallado y el grabado. Su relato
repasa no solo su vida, sino relatos literarios, anécdotas, comentarios sobre
el paisaje del lugar y de la provincia, descripciones de especies de nuestro
lugar y un humor especial, de esos que te dejan pensando.
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