Por Franco Cardone
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| Voluntaria sirviendo la merienda luego de la clase de apoyo escolar |
Alumnos universitarios colaboran en un proyecto solidario denominado “Programa Social y Educativo Los Pibes de Don Bosco”. Realizan distintas actividades solidarias que se crearon en el 2001 durante la crisis del país.
La iniciativa fue creada por el Padre Pablo Mardoni - en ese momento a cargo del Colegio Don Bosco-, quien al ver a toda esta gente cartoneando, pidiendo y hasta robando, decidió salir con cierta frecuencia a visitarlos, darles algo para comer y compartir con ellos un momento distinto. Al principio, eran solamente unos pocos alumnos del colegio, que con el tiempo se convirtieron en universitarios.
Todos los viernes los chicos del barrio Noroeste y la gente que estaba trabajando en la calle, se acercaban al colegio a compartir juegos, charlas y comida; mientras que los sábados, se realizaba un oratorio dentro del barrio, en el cual se desarrollaban actividades de recreación para niños, sumado a la merienda. Todo esto se pudo realizar gracias al gran incremento de voluntarios interesados en participar.
No les fue fácil tener en tiempos de miseria y crisis, los fondos suficientes para sustentar este tipo de organizaciones. Mucho ayudaron, tanto padres de alumnos del colegio, como vecinos y empresas, que en la mayoría de los casos, anónimamente aportaban su granito de arena. A su vez, la fe en Dios sostenía las ganas de los voluntarios, siempre guiados por el modelo salesiano del Don Bosco.
Hoy, once años después, el proyecto se basa en cuatro actividades primordiales: comedor, calle (visita y cena con quienes están trabajando), apoyo escolar (en la Capilla San Dionisio dentro del Noroeste) y oratorio. “Para quien no sabe, el oratorio es un momento en el cual compartimos, con chicos generalmente menores de 15 años, juegos, canciones y principalmente alegría”, explica Martín Turner, estudiante de Literatura.
Asisten activamente más de 60 voluntarios entre los 16 y 30 años, la mayoría de ellos, ex alumnos del colegio Don Bosco y estudiantes universitarios. Nicolás Giménez, ex alumno y estudiante de economía, es uno de los referentes de la agrupación y traduce sus sentimientos y pensamientos con respecto a lo que el Proyecto produce en él. “Yo asisto al proyecto desde hace algunos años y encuentro día a día razones que me motivan a seguir formando parte de él. Creo yo que entre las razones más fuertes está la de descubrir cara a cara una realidad a la que estamos acostumbrados a ver por televisión, y tratar de transformarla por distintos medios. También hoy puedo decir que muchos de esos pibes que creí ayudar hoy son mis amigos, y estoy seguro que yo aprendí mucho más de ellos en estos años. Realmente estoy convencido que por medio de estas iniciativas se puede lograr un cambio verdadero en la sociedad, y que con voluntad e iniciativa éstos se producen. Invitamos a todo aquel que se quiera sumar a que se anime.”
La iniciativa fue creada por el Padre Pablo Mardoni - en ese momento a cargo del Colegio Don Bosco-, quien al ver a toda esta gente cartoneando, pidiendo y hasta robando, decidió salir con cierta frecuencia a visitarlos, darles algo para comer y compartir con ellos un momento distinto. Al principio, eran solamente unos pocos alumnos del colegio, que con el tiempo se convirtieron en universitarios.
Todos los viernes los chicos del barrio Noroeste y la gente que estaba trabajando en la calle, se acercaban al colegio a compartir juegos, charlas y comida; mientras que los sábados, se realizaba un oratorio dentro del barrio, en el cual se desarrollaban actividades de recreación para niños, sumado a la merienda. Todo esto se pudo realizar gracias al gran incremento de voluntarios interesados en participar.
No les fue fácil tener en tiempos de miseria y crisis, los fondos suficientes para sustentar este tipo de organizaciones. Mucho ayudaron, tanto padres de alumnos del colegio, como vecinos y empresas, que en la mayoría de los casos, anónimamente aportaban su granito de arena. A su vez, la fe en Dios sostenía las ganas de los voluntarios, siempre guiados por el modelo salesiano del Don Bosco.
Hoy, once años después, el proyecto se basa en cuatro actividades primordiales: comedor, calle (visita y cena con quienes están trabajando), apoyo escolar (en la Capilla San Dionisio dentro del Noroeste) y oratorio. “Para quien no sabe, el oratorio es un momento en el cual compartimos, con chicos generalmente menores de 15 años, juegos, canciones y principalmente alegría”, explica Martín Turner, estudiante de Literatura.
Asisten activamente más de 60 voluntarios entre los 16 y 30 años, la mayoría de ellos, ex alumnos del colegio Don Bosco y estudiantes universitarios. Nicolás Giménez, ex alumno y estudiante de economía, es uno de los referentes de la agrupación y traduce sus sentimientos y pensamientos con respecto a lo que el Proyecto produce en él. “Yo asisto al proyecto desde hace algunos años y encuentro día a día razones que me motivan a seguir formando parte de él. Creo yo que entre las razones más fuertes está la de descubrir cara a cara una realidad a la que estamos acostumbrados a ver por televisión, y tratar de transformarla por distintos medios. También hoy puedo decir que muchos de esos pibes que creí ayudar hoy son mis amigos, y estoy seguro que yo aprendí mucho más de ellos en estos años. Realmente estoy convencido que por medio de estas iniciativas se puede lograr un cambio verdadero en la sociedad, y que con voluntad e iniciativa éstos se producen. Invitamos a todo aquel que se quiera sumar a que se anime.”
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