lunes, 25 de marzo de 2013

La Bomba de Tiempo fue una fiesta


Por Candela Sandoval

La Bomba de Tiempo cerró el pasado domingo la 8° Edición del Festival Nacional de Teatro “Bahía Teatro”, en el Club Universitario de Bahía Blanca, con un espectáculo explosivo, convocando a cientos de bahienses que celebraron la primera visita del famoso grupo de percusión a nuestra ciudad.
La Bomba de Tiempo es un conjunto de percusión con señas, creado en el 2006 por Santiago Vázquez, quien convocó a sus 17 integrantes desde distintas provincias del país para dar vida a este proyecto musical.
Periodismo en Redacción conversó con uno de sus directores musicales, Richard Nant.

¿Cómo funciona este sistema de señas por el cual dirige?
Bahía bailó al ritmo de La Bomba de Tiempo
Nosotros usamos señas y movimientos de los directores de la música clásica, y muchas señas con las manos. Hay muchos tipos: señas para dinámica, para acelerar, para desacelerar, señas para compases, de lectura, de figuras rítmicas, etc. Actualmente, estamos utilizando un grupo de 90 señas, la mayoría de creación de Santiago Vázquez, que se fueron desarrollando y acomodando al grupo, y, a su vez, apareciendo nuevas que el grupo nota que va necesitando y generando en sí mismo. No tenemos escenografía, ni coreografía; lo nuestro es pura y exclusivamente musical. La parte visual pasa por el que se engancha tratando de 
La Bomba de Tiempo: el ritmo en estado puro
entender las señas y gestos, pero no hay un despliegue coreográfico, más allá de que a veces, cuando la energía está, hay movimiento.
 
Y cada interpretación que llevan a cabo, ¿está prescrita?
No, justamente lo que tiene de interesante lo que hacemos es que es improvisado. El director está en ese mismo momento componiendo. Puede pedir una cosa muy simple y, a partir de ahí, se pueden ir generando nuevas figuras musicales, nuevos estados. A veces hay mucho que viene del aporte del mismo músico, por lo que se crea una especie de conversación continua entre los músicos y el director. Por ello nunca hay una canción o una interpretación igual a otra, no es repetible. Si bien hay lugares comunes en los que caemos, ciertas llamadas, que fueron producto de la repetición y conformaron lo que es nuestro lenguaje, cada show es distinto a otro.

¿Existe, entonces, improvisación de parte de los músicos además del director?
Totalmente, hay improvisación, porque también hay coordinación en el momento. Hay mucha reacción espontánea, mucho entendimiento. Muchas veces el director viene con una idea en la cabeza, súper establecida, con la concepción clara de alguna forma musical, pero ocurre algo en uno de los instrumentos o en una de las secciones, que eso dispara hacia otro lugar, entonces todo lo que el director tenía pensado queda atrás, es viejo y se crea una nueva forma.

Y cuando tocan, ¿llevan a cabo algún género en especial?
No, se fusionan distintos estilos. No somos un grupo de género, porque no tocamos uno en particular, lo que hacemos es la mixtura entre la orquestación, mezclamos tambores de candombe con tambores africanos y surdos brasileros, y así creamos un sonido nuevo.

¿Podría considerar, entonces, ése como uno de sus objetivos en cada presentación?
Podría ser, pero principalmente es el ir desarrollando la percusión por medio de señas, lo cual, por suerte, tuvo un buen impacto en la sociedad.
Para mí, esto tiene una connotación social muy importante porque la percusión de manera popular tuvo explosión en el 2001, con la crisis que sufrió el país. Cuando la gente salió a la calle a protestar, una de las primeras cosas que hizo fue percusión: con las cacerolas, con las palmas, con las murgas. Eso hizo que cobrara otro sentido en la música nacional. Y La Bomba justo surgió en ese momento, con la novedad de las señas, y tuvo un gran recibimiento, logró instalarse.

¿Tuvieron la oportunidad de recorrer muchos lugares en sus giras?   
Sí, estamos muy contentos por tener esa suerte. El año pasado estuvimos en varias provincias como Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, Salta, Mendoza, además de los shows que hacemos todos los lunes en el teatro Konex en Buenos Aires, donde vendemos entre 1500 y 2000 entradas por evento.

Y también estuvieron al lado de músicos muy reconocidos...
Sí, siempre tenemos invitados que se suben a improvisar con nosotros. Por ejemplo, pudimos tocar junto a Pedro Aznar, el pelado Cordera, Kevin Johansen, el negro Rada, Pocho la Pantera, Calle 13, Café Tacuba, entre muchos más. Destacar alguno en particular me resulta muy difícil, porque, como dije antes, cada show es único.
Lo que sí puedo destacar, luego de 7 años de tocar en el mismo teatro, es que el Konex ya es como nuestra casa. Eso nos da la confianza y seguridad para investigar y experimentar dentro del mismo show, meternos en terrenos desconocidos, probar cosas nuevas. Por suerte, el grupo ya tiene una base para salir siempre airoso en esas situaciones, pero eso es también lo que nos mantiene vivos, ese riesgo.

Con respecto al de esta noche, ¿qué expectativa tienen?
Nunca estuvimos en Bahía, y siempre estar en un lugar nuevo genera una expectativa. Además, tenemos de invitado a un músico local, Viktor Mansilla, de Serebrios, con el que nos estuvimos comunicando antes de venir. 

Por último, el hecho de ser hoy el Día de la Memoria, ¿influye en algo en su presentación?
Sí. Creo que es importante que este recordatorio, este llamado a la memoria, sea también una fiesta. No debe olvidarse, porque sin memoria no hay posibilidad a un futuro. Entonces, hay que recordar todo lo que fue ese horror, pero al mismo tiempo hay que celebrar; porque ya tenemos 30 años de democracia, porque se están recuperando chicos, porque se están llevando a cabo los juicios y porque estamos vivos. Si bien es recordar el horror, hay que celebrar que ya es pasado, y que no lo vamos a olvidar.
 

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