Por María Cristina Gallo
Sebastián Saez maquillándose para actuar |
La obra cuenta cuando Pippo, el Mimo, comienza
su día y decide hacer limpieza en su hogar. En medio de esta tarea aparecen
objetos que lo llevan a recordar antiguas situaciones vividas. Cada historia
tiene una carga emotiva diferente que, durante la función, hace pasear al
espectador por distintas estados.
El Mimo es un arte genuinamente teatral,
basado en el valor y la fuerza del silencio y que expresa ideas de manera intuitiva
y visual, en un lenguaje que es universal. Podríamos decir que es el arte del
gesto, donde se sustituye el lenguaje oral a través del corporal.
Muy lejos de la creencia de algunos, que
piensan que el Mimo es sólo para niños, Sebatián
Saez, con sólo cuatro elementos, un banquito, un aro, un pequeño cofre y un
vestido, logra que su público vivencie profundamente diversas situaciones.
El personaje interpretado por este actor,
trabaja con personas y objetos imaginarios; creando su presencia mediante movimientos
musculares y dando la idea que existen en realidad. En la más completa soledad
del escenario, en un juego silencioso, gesticulando, arrastrando los pies,
moviendo sus brazos, este Mimo crea la presencia de un león, de peces, de una
molesta mosca y de varias personas que interactúan con él. Pero no sólo con un simple cambio de gorra consigue
la presencia de personas en escena y sin ningún elemento también lo logra.
El lenguaje corporal que manifiesta, abarca
todos los movimientos y actitudes, besar,
estrechar la mano, barrer, nadar, abrir los ojos o la boca para expresar sorpresa,
miedo o enojo o levantar los hombros en señal de ignorancia. Este actor expresa
corporalmente los diversos estados de ánimo, como tristeza, alegría, ternura,
miedo, representando lo invisible: emociones, tendencias, dudas, pensamientos,
inseguridad; también la ausencia y los olores. Utiliza a menudo la
improvisación, la imitación; trabajando
con la cuarta pared.
ebastián Saez, quien además de actor es
periodista, explica que se llega a conseguir esta capacidad mediante una completa
ejercitación, especialmente estudiando los problemas del contrapeso y formándose
en diversos talleres y seminarios de expresión corporal y teatro.
En este espectáculo se destaca la perfecta
coordinación entre la música y los
movimientos del Mimo, así por ejemplo, cuando expresa un recuerdo o está en la
playa o se enfrenta a un animal. El
público, en diversos momentos de la obra, acompaña rompiendo en espontáneos aplausos.
Cabe resaltar que un extracto de esta obra "Mimorias"
fue premiado en el 2013 en el “Primer Festival Internacional de Teatro de
República Srpska” (una de las dos entidades políticas que forman Bosnia y Herzegovina); ganando el premio
“Golden Linx” (Primer Puesto) en el rubro Mimo, por decisión tanto del jurado como
del público.
En un juego silencioso, los gestos de Pippo,
el Mimo, expresaron pausas,
vacilaciones, peso, resistencia y sorpresa y acabaron siendo poesía llegando a
la tensión emotiva del público.
Como muy acertadamente afirma Jean-Louis
Barrault, el célebre actor, mimo y director francés, “se nos educa de una
manera muy incompleta. Se nos enseña a escribir, aunque mucho menos, a hablar,
pero no se nos enseña a movemos y a utilizar la complejidad expresiva de
nuestro cuerpo”. En este espectáculo se lo logra.
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