martes, 13 de noviembre de 2012

23 días de conflicto en primera persona

Por Carolina Padilla


La madrugada del 24 de octubre arribó al Aeropuerto Internacional de Ezeiza el avión de Air France procedente de Ghana, cuyos pasajeros eran los tripulantes de la Fragata Libertad, quienes por una orden de la Presidente Cristina Fernández de Kirchner debieron evacuar dicha embarcación.

Juan Carlos se reencuentra en Ezeiza con su familia.
Hoy, a más de un mes del conflicto, casi todo sigue igual con la diferencia de que muchos de aquellos tripulantes que partieron allá por el 2 de junio, con tantas expectativas e ilusiones, se encuentran con sus familias esperando la orden más deseada, volver a buscar su embarcación.

Periodismo en Redacción habló con un marino que debió volver, y hoy se encuentra en Punta Alta desempeñándose en un nuevo puesto de trabajo a la espera de nuevas directivas.

Juan Carlos tiene ya 14 años al servicio de la Armada Argentina, con 35 años fue su primera experiencia en la Fragata Libertad. El desafío era grande, pero el trabajo esta vez traería satisfacciones nuevas, como la de conocer nuevos países, nuevas culturas y compartir un viaje de instrucción único para la fuerza.

“Todo se llevaba con total normalidad, llegamos a Ghana y como en todos los puertos anteriores, se hizo un recibimiento por parte de las autoridades locales, todo era muy normal. La noticia inesperada llegó el segundo día de estadía en puerto. Llegado de una excursión me dirijo a mi camareta y unos segundos después se nos informa que por una orden judicial, presentada por fondos buitres, se impedía la zarpada.

Al principio no entendía nada, o sea, no sabía qué eran los fondos buitres, me dirigí a buscar información, ya en las redes sociales y los medios argentinos estaba instaurada la noticia, se decían tantas cosas que te producían más dudas que certezas.

Fuimos informados desde un primer momento. Es cierto que en muchos casos la noticia se filtraba primero en los medios, creo que era por una cuestión de que toda la información se manejaba desde Buenos Aires y después se notificaba al barco. 

Durante los 23 días en Ghana, retenidos por el conflicto, siempre me desenvolví con total normalidad. Era raro leer en los portales argentinos cosas como que estábamos imposibilitados de bajar o que si se desembarcaba podíamos ser detenidos. No entiendo bien el manejo de los medios pero causaron mucha incertidumbre y más sobre nuestros familiares.

Se adquirió un módem con la intención de llevar tranquilidad a nuestras familias, todo se fue dando mejor, los ánimos se calmaron y en mi caso sentir el apoyo de mis seres queridos me hizo muy bien, me dejo tranquilo poder comunicarles cómo se daban las cosas en realidad.

Después de la orden de evacuar el buque las sensaciones eran encontradas, sentí felicidad por reencontrarme con mi familia, y a la vez tristeza o impotencia por abandonar mi lugar de trabajo.

Esa noche anterior a la partida no dormí, pasé las horas tratando de acomodar y ordenar todo mi equipaje, lo que traía en el vuelo conmigo y lo que despachaba por los contenedores que se pusieron para transportar lo restante del equipaje.

Esa mañana, desembarcar fue un momento muy especial. Abajo, en el muelle, los más de 200 que nos íbamos, y arriba, sobre la banda del buque, nuestros compañeros que quedaban. Entonamos la marcha de la Armada y un solo grito se hizo escuchar en todo el muelle… ¡Viva la Patria!

Hoy, ya en mi ciudad, espero que este conflicto llegue a una solución que nos permita recuperar nuestra Fragata, ése es mi mayor deseo y creo que el de la mayoría de mis compañeros, volver a traerla a casa, donde debe estar”, comentó Juan o Pachi para los amigos, mostrando un gran optimismo en que el conflicto llegue a solucionarse como todos esperan.

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