miércoles, 22 de octubre de 2014

Una gloria del atletismo puntaltense


Por Claudio Bosco
Holman llega triunfante a la meta

Ángel Ignacio Holman, es un puntaltense bicampeón sudamericano de atletismo de la década del 70. Descendiente de los alemanes del Volga, que con sólo ver su estampa (alto, rubio por no decir colorado, ojos claros) se puede adivinar su origen. Les regaló sus medallas doradas a los Presidentes Stroener de Paraguay y al General Perón, quien lo llamaba “benjamín” por ser el más joven de la delegación argentina que participó en el Sudamericano Juvenil de Lima, Perú. El “Colo” o “Lito” como los llaman sus conocidos es un tipo franco, que va de frente, ferviente creyente de Cristo y por sobre todo, de carácter expresivo y cordial. Esta cualidad permite al interlocutor sentirse cómodo ante la presencia del alemán del Volga. Según cuenta ya su bisabuela en el este alemán se dedicaba a la natación. Para Ángel el deporte, en especial el atletismo, le enseñó los valores de vida el amor, la amistad, la caridad, el compañerismo, la espiritualidad, la autonomía, la libertad, la sinceridad y la franqueza con los cuales se conduce en la vida. Dice lo que piensa y defiende lo que ama hasta el fin. 
Lito Holman obtuvo 7 récords argentinos, 400, 800, 1500 llanos, 1000 y 1500 con obstáculos, 4 x 400 y 4 x 1500 metros logrados entre 1972 y 1974. 
En Córdoba, 1500 metros con obstáculos
Periodismo en Redacción habló con Lito y aquí reproducimos parte de una extensa entrevista.

PeR: ¿Cómo fue tu inicio en el atletismo?
Holman: Cursaba en el Colegio Nacional, cuando el Profesor Rogelio González me vio. En ese entonces participaba en todos los deportes que se practicaban en el colegio pero ninguno de mis compañeros me podía seguir el ritmo. El Profesor González me ofreció practicar un deporte en donde me podía valer por mí mismo. Mi escuela primaria la había hecho en el colegio Salesiano de Fortín Mercedes. La vida ahí era extraordinaria, se estudiaba bien hacíamos fútbol, atletismo, pesas.
Los curas del Colegio le ofrecieron ser padre y les dijo que sí, pero no se percato de que no era ser padre biológico, sino ser sacerdote (risas).
La primera prueba a la que lo sometió González fueron los famosos 2 kilómetros del Colegio Nacional. “El primer día no quería ver a nadie adelante mío, empecé a correr y cuando terminé el circuito el profesor me preguntó si había cortado camino. Le dije que no y le pregunté ¿Por qué?. Me dijo que todo el mundo lo corría en 8 minutos y mi tiempo fue de 7. A la semana Rogelio me presentó o Carlitos Slotto, otro puntaltense que venía de coronarse campeón Sudamericano de Colombia y nos mandó a correr el circuito del colegio nacional. Los últimos 200 metros hicimos un tremendo pique juntos, cuando Rogelio miró el tiempo que había logrado se asombró, porque ahora lo había bajado a 6 minutos. El Profesor le dice a Carlitos, ¡está surgiendo un nuevo personaje!” Explicó Holman –es un placer escucharlo por como recuerda esos momentos.
Los jamaiquinos, con Usain Bolt a la cabeza, utilizan la misma estrategia que era empleada por el Profesor González para seleccionar a sus corredores. Van a las escuelas y a los alumnos que tienen condiciones los preparan para sacarlos grandes campeones de velocidad

PeR: ¿Cómo fue tu trayectoria?
Holman: En el año 1972 se realizó en el estadio de la Base Naval de Puerto Belgrano un campeonato intercolegial de atletismo (la pista era de carbonilla, preciosa). Corrí los 400 y 800 metros y logré mi primer record argentino. Hice los 400 metros en 52 segundos.
Luego de hacer mí primer record argentino se me acercó el Capitán de Navío Moureman, Jefe del Estadio de Puerto Belgrano. Me ofreció todo el apoyo del Departamento de Educación Física de la Base Naval.
Después del intercolegial Rogelio me llevó al campeonato argentino de atletismo de menores que se disputó en Lomas de Zamora. Ahí le gané al campeón argentino de 400 de ese momento y batí mi propio record, la marca que hice fue 51 segundos.
Al siguiente día corrí y gané los 800 con un tiempo de 1minuto y 56 segundos. Al tercer día de competencia volví a correr y gané los 1500 metros.
Al mes se disputaba el Sudamericano de Asunción, Paraguay, pero de categoría juvenil, yo estaba en menores. El jefe de la delegación argentina me invitó para participar y acepté. Mi entrenador en ese momento fue Enrique Klistermacher que era el entrenador de River Plate con Ángel Labruna. Me llevan para correr los 800 y no los 400 porque los brasileños tenían en esta distancia un mejor tiempo que el mío.
Estando en Asunción la delegación argentina fue presentada al Presidente Stroener. En esa oportunidad cuando lo saludé, en lugar de abrazarlo, le dí un beso. El Presidente paraguayo se sorprendió y me quedó mirando, me abrazó y me hizo permanecer parado a su lado. En ese momento le prometí que le regalaría una de las medallas que ganara. El presidente sin salir del asombro me dijo “me lo tomo en serio”.
El tiempo que hice fue de 1 minuto 54 segundos. El campeón, un brasileño, no lo pudo creer. Así logré mi primer campeonato sudamericano.
Mira la foto del podio después de la victoria sobre el brasileño y con una sonrisa agrega “Salió el dicho, la contra del negro es el colorado”.
En septiembre de 1974 se consagró campeón argentino de 1500 metros con obstáculos en Córdoba. Ese mismo año y con 18 años cumplidos, ahora en categoría juvenil, logró su segundo título sudamericano en Lima, Perú.

PeR: ¿Cómo se hace para llegar a una final de un sudamericano?
Holman: Primero para llegar a una final hay que tener un muy buen entrenador, saber que te entrenaste bien para esa competencia, una estrategia para correr y por último tener un temple especial. Ser distinto a los demás, ocuparse y preocuparse de tu propio entrenamiento ya que si no lo haces de esa manera te pasan por arriba. Es una competencia permanente de todos los días. Esa actividad que realizaba les creaba a mis contrincantes una carga emocional muy grande, de hecho con el tiempo me confiaron que cada vez que me veían llegar, decían “vino Holman y pensaban del segundo puesto para atrás”. Cada vez que entraba a la pista los ojos se me ponían rojos de odio hacia ellos, no los podía ni ver eran como mi enemigos (su rostro se aviva como si estuviera por correr), por supuesto que después de correr les pedía disculpas. Ese espíritu combativo me lo enseñó Rogelio González que era terrible como entrenador.
En una oportunidad de ir a competir a Bahía Blanca llegué un minuto tarde de la hora coordinada. Rogelio que estaba sentado dentro del auto y me veía arrancó sin esperarme. Me las tuve que arreglar para llegar a la pista en Bahía y cuando lo encontré le pregunté porque no me había esperado si estaba a pocos metros del vehículo. Me dijo “yo no tengo por que esperarte, vos tenés que esperarme a mí. Y no me faltes el respeto”. Es así que hasta el día de hoy lo trato de usted.
Con el tiempo entendí que esa era la única manera de llegar, sin sacrificio no hay nada.
Vuelve sobre los recuerdos del campeonato de Lima, recuerda todos los detalles de la villa olímpica de Guampani mientras mira las fotos de premiación y dice “ves que no esta muy contento el chileno”. Describe los últimos metros de la carrera y la batalla que libró con el transandino en el Estadio Nacional de Lima, “me traía a los codazos (es un placer verle la cara cuando lo cuenta por sus expresiones) y como no había forma de pasarlo hice lo que me recomendó González, le salivé la cara y cuando se llevó las manos al rostro le pude ganar la cuerda interna de la curva y llegué primero a la línea final”.
Aclara que en el atletismo no hay nada sencillo, hay codazos, golpe de puños, te clavan los zapatos con clavos o te sacan los zapatos. Y afirma “nada es limpio, el atleta quiere ganar.”

PeR: ¿Cuál es la anécdota que tuviste con el General Perón?
Holman: Fue antes de ir a Perú, estábamos alojados en el Justen Palace, un hotel ubicado cerca del Luna Park. Yo paraba con Carlos Monzón, Víctor Galíndez, Alberto Demiddi . Me llamó el Director de Deportes de la Nación para invitarme a almorzar con el Presidente Perón, por supuesto que acepté.
Me acuerdo que en ese entonces usaba el pelo largo. Un tipo de la delegación argentina quería que su hijo corriera en la selección. Yo corría en 400, 800 y 1500, el hijo de este bicho lo hacía sólo en los 400. Viene esta persona y me dice “no te podrías dejar ganar en los 400 así mi hijo también va al sudamericano”. Le contesté que no y agregué “porque me entreno mucho, transpiro sangre, si me dejo ganar mi entrenador me muele a palo”. Me respondió que algo me iba a pasar y que me cortara el pelo, a lo que respondí que no me lo iba a cortar.
Ya en la Quinta de Olivo, Perón me llamó “benjamín”, ya que era el más joven de la delegación y me pidió que lo llamará “Juan”. Le comento que alguien me quería hacer cortar el pelo, llamó al Director de Deportes y le ordenó “él no se corta el pelo”. El funcionario tomó nota y no me corté el pelo. Después del almuerzo le prometí a “Juan” una de las medallas y me respondió “mira que te espero”. Luego de ganar la competencia en Lima les dije a los corresponsales de El Gráfico, está se la voy a regalar a Juan, a que Juan me preguntó el periodista, al Presidente respondí.
Esa vez fue la primera que vez que sentí el peso de la responsabilidad de no poder fracasar ya que me había comprometido a ganar y obsequiarle la medalla al Presidente de la Nación. Al regresar del Perú, cumplí con mi promesa, le regalé la medalla al General. Me dijo mientras me abrazaba “quédate tranquilo, el país te va a respaldar”, y yo pensaba –comenta entre risas- que me va a respaldar.
Cuando Ángel Holman regresó de Lima a su escuela el ex-Colegio Nacional, el Director Miravalles lo echó por las faltas que tenía por ir a representar al país al exterior. Por gestiones a niveles superiores logró que lo reincorporaran, sin que al pasar poco tiempo y con mal carácter el Profesor Miravalles le dijera “Pues aquí al Colegio Nacional se viene a estudiar y no a correr ni a tocarse las puntas de los pies”.
En nuestra ciudad nos hicieron la vida imposible, a mí y a Carlitos Slotto. Al pibe que representó a Bahía Blanca que obtuvo el quinto o sexto puesto en Lima le hicieron una fiesta imposible a su regreso y a mí me ignoraron totalmente, esto es hasta el día de hoy.
Está muy dolido con los dirigentes de la ciudad, porque ignoran a los mejores valores que salieron de ella, ya sean deportistas o artistas.
Punta Alta es un pueblo que no tiene una identidad propia, debido principalmente a que sus habitantes son en su gran mayoría inmigrantes de otras provincias. “Las autoridades de la ciudad nunca me llamaron para decirme que me iban a reconocer como campeón sudamericano o deportista de la ciudad”

PeR: ¿Nunca te reconocieron en todos estos años?
Holman: La única vez que fui reconocido por el municipio fue hace muy poco tiempo con el Intendente Starc. Si tuviese la oportunidad de ser director de deportes de la comuna, lo que haría sería buscar información, fotografías etc., para hacer un museo con todos los grandes deportistas que dio Punta Alta, lo que ayudaría a crear una identidad propia del puntaltense.
Mientras que era totalmente ignorado en su ciudad, Ángel “Lito” Holman fue reconocido por el periodismo bahiense como el deportista del año. En dicha oportunidad compitió con todas las grandes figuras del deporte de Bahía Blanca -los monstruos como él mismo los define, Alberto Pedro Cabrera, Cachín Méndez y otros de la vecina ciudad. Son unas de las cosas que más molestan al bicampeón sudamericano.
Esta falta de reconocimiento también lo está viviendo su hija Estefania, cantante de tango, actualmente actúa en “Señor Tango” en Buenos Aires. Cuenta que al inicio de su carrera ganó el precosquín que se realizó en el Teatro Municipal de Bahía en el año 2001. Entre las participantes se encontraban Nora Roca, una de las mejores y más renombradas cantantes de tango de la zona. Luego en Cosquín gana el premio revelación. “Le aviso al Intendente y a la Directora de Cultura de la ciudad lo que había logrado Estefania y cuando llegamos a la terminal sólo estábamos mi hija, el chofer y yo. Nadie nos esperó”.
Se fastidia y enoja cuando se refiere a los dirigentes de la ciudad y afirma “no tienen capacidad para mantener a una persona cuando llega a la cumbre. Y cuando esa persona logró llegar a lo más alto, lo quieren traer para que venga y le cante gratis, cuando nunca le dieron una mano”. Le da mucha bronca que las autoridades ignoren a los puntaltenses que han logrado sobresalir en el deporte, en el espectáculo o en cualquier otra actividad.
No tuve ningún problema en vender la casa tipo chalet que construimos con mi esposa en el barrio Nueva Bahía Blanca para que mis hijos pudieran desarrollarse y alcanzar las metas que se habían propuesto. “Mi esposa me decía, ¡para¡ estás loco y yo le respondía que no, que teníamos que ayudarlos”

PeR: ¿Ángel, qué tenés para ofrecerle a la gente de Punta?
Holman: Todo, soy muy entusiasta, me gusta trabajar y no quiero rodearme de vagos. Fui presidente durante 10 años de Asociación Rosaleña de Atletismo desde 1984 hasta 1994. Durante ese tiempo hubo 8 campeones argentinos, obtuvimos la pista de atletismo para la ciudad que hasta ese momento no existía. Mi cuñado Carlitos Luraschi nos ayudó mucho, nos dio espacio en la televisión, y por medio de la radio logramos muchas cosas, tuvimos espacios en La Nueva Provincia -muestra un archivo lleno de recortes de diarios con todas las actividades relacionadas al atletismo que se llevaron a cabo en nuestra ciudad durante el período de su participación en la Asociación-.
Hoy en la ciudad el atletismo esta muy venido a menos. Si uno va a la pista municipal ve muy pocos jóvenes practicando deportes. No hay más campeones argentinos nacidos en Punta. Hoy estamos 30 años atrás, en mi época estábamos 30 años adelantados. Para tener una idea, cuando en Buenos Aires se armaba la selección argentina, le decían a Rogelio González “ustedes manden a la gente de medio fondo 400, 800, 1500, 5000 y 10.000 metros”. Es decir, la selección argentina de medio fondo se armaba en Punta Alta.
En la Asociación todo se hacía con mucho esfuerzo, humano y económico, alguna vez sacrifiqué lo que teníamos planeados con mi familia por mi pasión, el atletismo. Hecho que ocasionó más de un enojo en el ambiente familiar.
En el año 1992 organizamos la carrera que llamamos “la vuelta al municipio”, reunimos a más de 1200 personas de todas las edades. Luego, organizamos con Rogelio González la carrera “padres por la vida” ida y vuelta desde Punta Alta – Buenos Aires.
Al principio todo marchaba muy bien, alquilábamos el micro, los chicos tenían la camiseta roja de la Asociación, en las competencias le indicábamos a qué hora y en qué momento tenían que comenzar con los trabajos precompetitivos. Hasta que aparecieron personas que querían trabajar de acuerdo a su criterio y esto fue el inicio de las desavenencias que se produjeron en el seno de la entidad y que fueron minando mis ganas de seguir trabajando.

PeR: ¿Qué te enseñó el deporte?
Holman: Todo desde un primer momento. Los valores de un hombre de bien me lo enseñó mi papá quien era una persona muy sana, leal, noble, él no firmaba ningún pagaré, ningún cheque, daba la mano y la palabra. No robaba porque sabía que su destino estaba en otro lugar y no en este mundo. Junto a mi mamá nos enseñaron a los 10 hermanos que la base de todo es el trabajo y la honestidad. Tuve la bendita suerte de conocer al profesor Rogelio González que me enseñó lo mismo. Un día me dijo “mira hijo después del deporte tu vida sigue y tu vida va ser lo mismo que el deporte. Si yo no te enseño que es ser buena gente, ser honesto, de lo que está mal, vas a ser una porquería. Y yo no quisiera saber que mis atletas en su vida sean señalados como malas personas”
Los mismos valores que le inculcaron sus padres y entrenador, se los transmitió a sus hijos. Al “colo” se le llena el pecho de orgullo cuando habla de sus dos hijos y de cómo triunfan actualmente en la ciudad de Buenos Aires, Estefania como cantante y su hijo como modelo.
Con ellos suele discutir porque el mundo de hoy no es como el de sus padres. Y aquí es donde aparece el sostén que a Lito le permitió hacer todo lo que ha hecho en la vida, su fe en CRISTO.
Hay una base que se ha perdido, la base cristiana. El ejemplo es Jesús, le pegaron, lo flagelaron y nunca insultó a nadie o algo por el estilo. Cuando Rogelio corrió hasta Buenos Aires siempre decía que llevaba a Jesús sobre sus espaldas. Y siempre he tomado ese ejemplo, más de lo que sufrió Jesús no creo que haya sufrido nadie. Cuando me entrenaba yo decía no he sufrido ni el 1% de lo que sufrió Jesús”. Y continúa “siempre estamos a prueba en mi caso tanto en el deporte como en la vida en general”
El deporte le enseñó a superar los obstáculos y el sufrimiento que se le presentan a diario. Nunca en su vida de competidor pensó todo lo que iba a ganar. La vida hoy en día se le simplifica porque sabe que con el esfuerzo diario se logran cosas y esto es lo que trata de inculcarles a sus hijos, nietos, amigos y conocidos que la vida sin sacrificio no sirve para nada.

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