jueves, 17 de septiembre de 2015

Leandro Halperín: “La democracia no entró en las cárceles argentinas”




Lautaro Peñaflor- Bahía Blanca
El público estuvo compuesto- en su mayoría- por estudiantes.
Ayer estuvo presente en Bahía Blanca el abogado Leandro Halperín, especialista en Derechos Humanos y Políticas Penitenciarias, y titular de la cátedra de Derecho Penal de la UBA. Durante su visita, dio una charla acerca del Sistema Carcelario Argentino, que tuvo lugar en el Salón de Actos de la Universidad Nacional del Sur. La actividad fue desarrollada en el marco de un ciclo de charlas-debates, convocado por la agrupación estudiantil Franja Morada, bajo la consigna “Las deudas de la democracia”.
Consultado por PeR acerca del funcionamiento del Sistema Carcelario argentino, Halperín expresó que “No cumple ninguna de sus funciones: no previene, no repara, no cuida, no reeduca. En este contexto están las cárceles argentinas. Hay un fracaso que empuja a revisar lo que venimos haciendo. Lamentablemente, en Argentina la cárcel no sólo no es parte de la solución, sino que además, agrava el problema. Uno podría pensar entonces que el sistema penal es un fracaso. Yo pienso que no, que el sistema penal argentino tiene éxito: es concebido para hacer daño, y logra hacer daño”.
Asimismo, respecto al surgimiento de la problemática, el abogado fue categórico al afirmar que “La democracia no entró en las cárceles argentinas. Es la única institución que sigue puramente en manos de fuerzas de seguridad, reglada todavía por una Ley de la Dictadura de Onganía, que ni siquiera fue la última, hace más de 40 años. Sigue manteniéndose en forma igual. La cabeza son fuerzas de seguridad, los psicólogos son fuerzas de seguridad, los asistentes sociales son fuerzas de seguridad… Sigue siendo la misma institución oscura, vertical y violenta. En las cárceles, como son instituciones violentas, los conflictos se resuelven en forma violenta: se da o un motín, o una huelga de hambre, o una batucada. El servicio penitenciario sabe cómo responder a esto: con palos largos, cascos y pecheras duras, entran al pabellón, rompen huesos, se retiran y problema solucionado. Quien están ahí no conocen otra forma, y precisamente, son otras formas lo que hay que pensar y mostrar”.
Por otra parte, en lo que atañe a las posibles formas de combatir los flagelos vinculados de la pobreza, la delincuencia y las cárceles, el experto explicó que da clases de derecho en prisiones, por medio de un programa de la UBA, brindando la posibilidad a los presos de formarse y educarse. “La población que está en cárceles, en general, no pudo acceder a la educación: más del 40% no terminó la primaria, y más del 80%, no terminó la secundaria. El Estado, cuando trabaja con una persona, tiene la posibilidad de darle herramientas para que modifique su vida. En lugar de esto, llegan a un lugar que promueve conductas conducentes a reiterar lo mismo que las llevó a estar ahí”, enfatizó Halperín.
Cabe destacar, en este sentido, que La Universidad Nacional del Sur, por medio del Departamento de Derecho, también posee un programa llamado “Educar para Reinsertar”, por el cual personas privadas de la libertad en la Cárcel de Villa Floresta de Bahía Blanca, y otras aledañas, pueden estudiar.
Por último, Leandro Halperín llamó a la reflexión: “Cerca del 45 o 50% de las personas que recuperan la libertad, vuelven a delinquir; pero menos de un 10% de nuestros alumnos vuelven a las cárceles. Esto no significa que la Universidad sea medicina contra el delito, de hecho no lo es. Nadie puede asegurar que, por acceder a la educación superior, uno no va a delinquir. Pero la educación brinda oportunidades, de elegir con libertad de qué manera uno quiere vivir su vida. Lo mismo sucede con la posibilidad de tener un empleo. En la cárcel habitan hombres y mujeres, que no tuvieron oportunidad de elegir cómo vivir. Hay que romper con ciertos prejuicios: todas las personas tendrían que acercarse a las cárceles y ver lo que sucede, para enfrentar esos prejuicios. Uno tiene que entender cómo se llega a cometer un delito. No justificar, pero entender quiénes son los que están en las cárceles argentinas, para pensar de dónde venimos, dónde estamos, y a dónde vamos”.

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