miércoles, 23 de marzo de 2016

OPINIÓN: #40 AÑOS


Con motivo de la conmemoración Del Día de la Memoria, Verdad y  Justicia a 40 años del golpe militar, los invitamos a conocer las opiniones y reflexiones de los estudiantes de 2° año de la Tecnicatura en Periodismo. 

Desde este espacio, consideramos que  es un día de homenaje y reflexión en donde como sociedad debemos seguir comprometidos a no olvidar en búsqueda de la Verdad y la Justicia. Nunca Más.




En el marco de un nuevo aniversario en lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia
Un grito que no se entiende
Por Agostina Pitton

A 40 años del Golpe Cívico- Militar, las consignas encausadas desde aquel entonces, parecen desmembrarse de a poco. Es que a medida que se cumplen aniversarios, las manifestaciones de lucha se tornan competencia en los actos del recuerdo para transformarse en una bifurcación del sentimiento original.
Ya pasaron 40 años de que las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo comenzaran sus caminatas en reclamo de justicia por los desaparecidos del Proceso. Pero a medida que avanza el tiempo, las manifestaciones parecen más un acto de guerra entre partes, que el grito silencioso de lucha pacífica que reclamaban estas señoras desde sus comienzos. Cada 24 de marzo, hay más banderas de colores diferentes, más mensajes que claman por ser escuchados en su lucha de protesta, pero no hay una conciliación para que canten el mismo mensaje al unísono. Si bien se sabe que la causa es la misma, se proyecta como un conjunto de heterogeneidades que no se escuchan entre sí, sino que pretenden destacarse con sus propias identidades. Y cuando se trata de Derechos Humanos, no debería ocurrir de esta manera.
Si bien hay sectores sociales minoritarios que aplauden la Dictadura Militar, la mayoría de la población claramente no está ni mínimamente de acuerdo en cómo se desarrolló esta etapa histórica que aún repercute hasta nuestros días. Entonces, ¿por qué seguir diluyendo el mensaje? Si se trata de apoyar los conceptos de Memoria, Verdad y Justicia, sobre un suceso que fue pasando en generaciones, hasta embanderar a muchos jóvenes de hoy que deciden clamar con todas sus fuerzas, pese a no haber vivido la época… por qué separar las verdades? 
En muchos conceptos sociales se puede diferir en opiniones, pero las palabras que aquí se rescatan parecieran ser claras y concisas, sin oportunidad de dar segundas interpretaciones. Verdad, sobre los hechos ocurridos; Memoria, de aquellas personas que en sus luchas por una democracia, fueron privadas de su libertad y hasta de su vida; Justicia, porque se puede perdonar, pero nunca se olvida, y hay que reconocer y pagar responsabilidades. 
¿Por qué buscamos entonces figurar con identidades diferentes? Se torna una lucha de voces que al final de todo no se escuchan, sino que compiten a ver quién parece más comprometido con la causa. Es positiva la empatía cuando de luchas se trata, pero los gritos son violencia que poco construyen. Es más desgarradora la presencia y el silencio, que una manifestación donde se cruzan opiniones que derivan en mezclar ideologías que no vienen al caso de la fecha. 
La memoria se construye entre todos, y la solidaridad por los derechos que alguna vez fueron quitados se defienden si nos unimos todos con una misma bandera: la de seres humanos.


40 años ¿Nunca más?
Por Aldana Génova

Pasaron 40 años, un tiempo que permite reflexionar sobre este nuevo aniversario. ¿Qué nos deja? Un dolor continuo que a pesar del tiempo transcurrido sigue sintiéndose, donde se observa mucho compromiso social pero poco estatal, cuando es sabido que se debe comprometer aún más.
Duele por 30 mil, duele que todo aún no se resuelva que las dudas no se disipen que los desaparecidos sigan estándolo y que la justicia lo resuelva como debería.
Este tiempo hace ver que todavía no aprendimos lo suficiente, que tanto el Estado como la parte judicial deben demostrar más compromiso, falta y mucho. Nos deben demostrar que se pueden hacer ejemplares juicios y castigos para aquellos partícipes directos e indirectos de estas desapariciones y muertes, nos deben demostrar que las instituciones tales como el Estado y/o la iglesia están dispuestas a colaborar de verdad con esta causa que continua inconclusa por respeto a los familiares de aquellos que no están, de esos que no tuvieron más opción que pagar ese proceso con su vida.
Eran hijos, padres, trabajadores, profesores, alumnos, eran como vos o cualquiera pero con la diferencia que ellos no tuvieron alternativas. Por eso, necesitamos más compromiso, más educación en derechos humanos, más política, que ésta fecha no se sectorice ni se divida entre lo que está bien o mal, que si algo hizo o no, eso no sirve más que para retrasarnos como sociedad porque no se puede justificar. Queremos memoria, verdad y justicia, lo queremos todos, ellos, los 30 mil que dejaron de ser por pensar diferente y por los que sobrevivieron.


40 años recordando
Por Josefina Pascualini

Si bien las generaciones van cambiando, la actualidad jamás deja de recordar el Golpe de Estado de 1976 que sufrió la Argentina denominado “Operación Aires”, donde la Junta al mando de Videla tomó el nombre de Proceso de Reorganización Nacional.
No se va a olvidar y no se debería jamás dejar de lado el tema. 
No es un tema tabú, eso es perfecto. Las personas tienen que estar informadas para no repetirlo, entender lo posterior y todo lo negativo que dejó en el camino-
Salir a la calle con miedo a no volver al hogar era más que un problema de inseguridad porque la “seguridad” era el problema.
Esta fecha siempre va a causar emociones muy personales para aquellos que vivieron esa represión pero sobre todo para esas personas que pasan día a día sin una identidad siendo buscadas.
Estamos muy lejos de que vuelva a pasar y aún así no debe dejarse de recordar para ser un Nunca Más


Golpe militar,40 años y falta memoria
Por Adrián Guber

Leyendo una nota del 20 de marzo en Clarín, me vienen preguntas respecto a la conferencia episcopal referida al día de la memoria y la conmemoración de los 40 años del golpe más sangriento que azotó al país.
La iglesia católica llamó a “sanar el pasado”…que conveniente recordar ahora el pasado con el paso del tiempo, pero el momento de realizar una toma de decisión que no afecte a su tan clamada moral cristiana estuvieron del lado equivocado.
“La vuelta a la democracia marcó el inicio de un camino de verdad, de justicia y de encuentro entre todos, que urge seguir transitando, para alcanzar la concordia y la amistad social” enfatizaron de la cúpula que integra la comisión.
Este camino es el que debería de haberse transitado en su momento denunciando los crímenes que el gobierno militar desplegó para los llamados “subversivos”, jóvenes que se atrevían a pensar por ellos mismos y decidir qué era la libertad.
Existen varias hipótesis del porqué de la complicidad de la iglesia católica con el gobierno de facto.
Había 2 líneas dentro de la iglesia, que habían roto el núcleo eclesiástico debido a un cambio interno en la iglesia en donde se desprendieron las siguientes conclusiones de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano realizado en Medellín del 26 de agosto al 8 de septiembre de 1968. La conferencia se dividió en 16 comisiones y subcomisiones y ellas fueron aprobadas por el Papa Pablo VI.
La primera, la promoción del hombre y de los pueblos hacia los valores de justicia, paz, educación y familia. La segunda, se enfocó a una necesidad de evangelización y maduración de la fe a través de la catequesis y liturgia. En tercer lugar, se tomaron en cuenta los problemas que giran en torno a toda la comunidad para que sea más fuerte la unidad y la acción pastoral.
La primera conclusión chocaba de forma rotunda con la falta de compromiso con los fieles que necesitaban del acompañamiento de los representantes de su credo, por eso muchos curas y monjas estuvieron por afuera de los lineamientos generales, asistiendo a la gente en problemas, ocultándolos y por ello también victimas del flagelo inhumano propiciado por las FFAA.
Hoy en día nadie resiste el archivo, por eso sería conveniente analizar los dichos públicos porque, como ha pasado, pueden resonar las palabras en busca de ética.


Peligroso es que se olvide esto
Por Jorgelina Ibarra

Ni los libros ni las ideas pueden llegar a ser amenazantes, lo peligroso es que el Estado no acepte que las personas piensen y reflexionen.
Pasadas unas horas desde que se cumplieron los 40° aniversarios de la dictadura militar, intentando pensar como fue ese momento para la sociedad argentina, sintiendo la inseguridad que sentían las personas en ese momento, porque lo que la dictadura militar llamaba “seguridad” no era más que incertidumbre y terrorismo para los individuos que tenían ideas diferentes. Los jóvenes de hoy en día no logran imaginar los hechos ocurridos, pero esto no se debe olvidar jamás; es un Golpe de Estado que se debe tener presente siempre, en cada situación diaria donde cada persona se tiene que sentir indemne por el Estado por el simple hecho de sentir o pensar contrario.
Lo peligroso es que las personas no puedan opinar, que no puedan marchar, que no puedan reclamar por sus derechos; peligroso y aterrorizador es que no nos aceptemos por no ser iguales. Millones y millones de personas en un mismo país, millones de personas distintas, millones de personas con pensamientos desiguales, 30 mil se nos fueron hace 40 años atrás, protejamos y aceptemos los que tenemos hoy, y mañana.
Cada aniversario que se cumple desde pasada ésta catástrofe, es un nuevo sentimiento, un nuevo pensamiento y una nueva reflexión. Sentamos, pensemos y reflexionemos todos diferentes, pero no dejemos de transmitir este dolor que se puede oler por los aires argentinos cada vez que se recuerda esta fecha tan ingrata para nuestro país. 



De herencia, una batalla ganada
Por Abigail Biragnet

A tan solo días de que se cumplan 40 años de aquella dictadura militar que no solo marcó la historia de nuestro país, sino también la de cada uno de nosotros como ciudadanos, como estudiantes, es importante, hoy, poder hablar y hasta opinar acerca del tema.
Hace cuarenta años en nuestro país, según cuentan los más viejos de la familia, el que opinaba diferente, el que luchaba por sus derechos o creencias, el que practicaba una religión distinta, incluso quien cantaba o escribía sus sentimientos y pensamientos, desaparecía. 
Hoy, después de tantos años, pero tanta lucha, nuestro país es libre, nosotros somos libres, de opinar, de pensar, de soñar… 
Desde chica me enseñaron a valorar eso, a decir lo que quiero, a creer en quien elijo y a pensar lo que se me venga a la cabeza. Esos que me lo inculcaron, de nuevo los más viejos de la familia, seguramente no pudieron tenerlo, así como yo. 
Hoy, la lucha por los derechos se trata de otra cosa, de luchar por un sueño o ideal propio y de algún grupo (aborto, legalidad, auto percepción de género, etc). En ese entonces la lucha era por la libertad, y no solo de expresión, la lucha era por uno de los principales derechos humanos que a los argentinos se le habían quitado. 
Como futuros periodistas, comunicadores y formadores de opinión, debemos valorar esa lucha, la que nuestros viejos y abuelos ganaron, la que un gobierno se puso al hombro, la que hoy en día tantos siguen, en búsqueda de ganar su propia batalla.
El 24 de marzo no tiene que ser un feriado más, ese día hay que tener más memoria que nunca, y seguir luchando por la verdad y la justicia.


Llegó el momento de ser más exigentes con nuestra democracia.
Por Lautaro Peñaflor

Cuando una sociedad analiza un hecho histórico, lo importante es que lo haga de forma que los aciertos y errores del pasado, resulten de utilidad para las oportunidades futuras. De nada les sirve a los pueblos la experiencia anterior, si sobre la misma no se reflexiona activida y constantemente.
Este 24 de Marzo se cumplen 40 años de la última y más sangrienta Dictadura que sufrió la Argentina, y para avanzar, necesitamos hacer una constante relectura que nos lleve a pensar en aquel pozo en el que caímos en 1976, el más oscuro y profundo de nuestra historia, para que algo semejante, se vuelva inalcanzable en lo venidero.
Es por ello, que el recuerdo del Día Nacional por la Memoria, la Verdad y la Justicia debemos acompañarlo por otra circunstancia, tal vez, la más elocuente de toda la nutrida experiencia que hemos adquirido desde aquellos años: desde 1983 en adelante, las reglas de la democracia triunfaron y los gobiernos elegidos por medio del voto popular, no fueron abruptamente atacados por golpes militares.
33 años de primacía de la democracia, hablan de un pueblo maduro, que aprendió la lección y que- empoderado en ese sentido- sabe que a los gobiernos les puede ir bien o mal, pero son los ciudadanos los que tienen el poder.
Claro que tenemos que procurar no caer en miradas inocentes: a los gobiernos elegidos por la ciudadanía no siempre les fue fácil gobernar: desde los levantamientos militares carapintadas que sufrió Ricardo Alfonsín, hasta las sutiles maniobras golpistas- ya no explícitamente llevadas adelante por milicias- de sectores de poder concentrado hacia gobiernos más recientes, se denota que la democracia, aunque es el más preciado bien de nuestro pueblo, dista de ser perfecto.
Es allí, precisamente, donde debemos detenernos a pensar. ¿Qué deudas tiene con nosotros, los ciudadanos, la democracia? La democracia representativa se volvió cada vez más corporativa y sesgada hacia grupos de poder fáctico y económico. La participación popular en asuntos políticos se encuentra atravesada por gigantesco aparato burocrático que atenta contra la misma. La democracia cometió el error de reducir, en ocasiones, “derechos humanos” a aquellos horriblemente vulnerados durante la última dictadura militar, olvidando que en el presente también el sistema desaparece personas, carga con víctimas de violencia institucional y avasalla a muchas minorías.
La democracia todavía debe garantizarnos que cuando hablemos de “la política”, estemos hablando de intercambios de ideas y debates superadores, que permitan a las personas transformar su realidad, y no de una lucha de poder descarnada donde quienes participan son privilegiados que toman decisiones en su favor y el de su grupo.
Después de 1976, Argentina dio el importantísimo salto cualitativo de no olvidar que sus gobiernos deben ser elegidos por el pueblo, pero llegó el momento de ser más exigentes que eso con nuestro Estado y nuestros gobernantes.
Ya existimos generaciones que vivimos completamente en democracia, que no cargamos con los vicios propios de haber internalizado reglas de juego sucias (como las que implican las dictaduras). Es en ese sentido, que debemos permitirnos avanzar, sin olvidar, pero cicatrizando heridas. Las cicatrices estarán siempre allí, para recordarnos que los golpes existieron. Pero también para mostrarnos que, para ser distintos, no debemos cometer los errores del pasado.

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