Por Candela Sandoval
Periodismo en Redacción conversó con
el director del Instituto Cultural de Bahía Blanca, el Licenciado Sergio Raimondi,
sobre su gestión y los proyectos del organismo para el 2013.
El director del Instituto
Cultural, Sergio Raimondi, nos recibió en su oficina el lunes pasado, para
contarnos sobre su trabajo y las actividades que regula esta organización, la
cual lidera desde fines del 2011.
Este organismo regula gran parte de
las actividades artísticas que se llevan a cabo en la ciudad y la región,
mediante la organización de sus festejos mensuales, que determinan el
calendario cultural, y el manejo de los teatros, museos, espacios comunitarios,
talleres, organismos, además de las 19 bibliotecas populares de la ciudad. Con
respecto a éstas, Raimondi caracterizó
esta etapa como “un momento crucial de su vida”, debido a las nuevas y
avasallantes tecnologías. Sin embargo, no ve estos avances de forma negativa,
sino como una oportunidad para su crecimiento, con el desafío de aprender cómo
rearmarse frente a este nuevo presente, incorporando estas técnicas y sirviendo
como punto de conexión digital, acoplándose a sus beneficios.
Durante su gestión, el Instituto
Cultural proporcionó a la ciudad y la región distintas producciones artísticas,
en su mayoría, de carácter local. Sin embargo, frente al planteo de beneficiar
de esta forma las expresiones culturales bahienses, el funcionario habló sobre
el riesgo del localismo, porque no permitir el ingreso de actividades externas
impediría que la misma se enriquezca y crezca.
“Además, uno podría preguntarse dónde termina ‘lo local’, si en la
ciudad, en la región, en la provincia. Somos locales como parte de la Argentina , como también
lo somos como parte de Latino América. Pero, sobre todo en una ciudad puerto,
que vive de entradas y salidas a escala mundial, el localismo es un riesgo en
tanto y cuanto se piense como un límite y no como un punto de partida. La
cultura se tiene que hacer con exportaciones e importaciones”
En la entrevista, Raimondi resaltó el
papel fundamental que tiene el Instituto como productor de contenidos
culturales para la ciudad, y rechazó las concepciones que señalan únicamente a
estas organizaciones como “agencias de espectáculos”. “Cuando hablamos de
cultura, estamos hablando de algo que excede las prácticas artísticas. Uno de
nuestros objetivos es crear una política pública, que multiplique a los productores
culturales y genere conciencia, para que no se vea al ciudadano únicamente como
público, sino que, en realidad, todos son productores culturales, tan
privilegiados como el mejor de los bailarines”, sostuvo.
Planteó, también, la necesidad de
encontrar una narrativa acorde al estado social actual de la ciudad. Es
decir, frente a los cambios históricos
que fueron modificando la sociedad, él considera que Bahía Blanca debe
relaborar su propia historia y separarse de las concepciones conservadoras, que
asocian a nuestra comunidad como una fuertemente militarizada, debido a su
pasado, durante la última dictadura cívico-militar. “Hay muchas razones
justificadas para esa percepción, pero también hay un montón de otras ‘Bahías
Blancas’ en el pasado, que fueron disueltas, diluidas. Contar una historia que
esté adecuada al presente también significa revalorar el modo de percibir
nuestra propia historia. Y creo que
estamos en una sociedad a la que ese relato le resulta anacrónico, que existe
actualmente una movilidad, una dinámica cultural donde se ve una ciudad
distinta”.
Con respecto a la constante creación
de centros culturales independientes que se vivenciaron durante el 2012, el
director afirmó que, si la comunidad
dependiera únicamente de la programación estatal, se trataría de una “ciudad
dormida”. Así, el Instituto tiene el deber de apoyar estos emprendimientos y
articular, en todo caso, con ellos.
El 2013 augura nuevos proyectos para
Bahía Blanca, comenzando con la posibilidad de crear, de forma continua,
jornadas que involucren e inciten a la participación ciudadana. “Para mí, una
ciudad en la que se vive mejor es una ciudad en estado de festival, donde pasan
obras de teatro y películas en distintos lugares”, comentó entusiasmado
Raimondi. Al mismo tiempo, en agosto del
próximo año, el Teatro Municipal cumplirá 100 años, lo cual representa no sólo
la historia de esta Institución, sino la historia de la ciudad. Por otro lado,
con respecto a planes concretos, Raimondi enumeró las siguientes actividades :“Queremos
reinaugurar el Museo Histórico de la ciudad, trasladarlo desde el Teatro
Municipal al ex Hotel del Inmigrante; armar una red de espacios comunitarios
que permitan el trabajo territorial con la ciudad; generar circuitos
interbarriales para la comedia, los coros, las bandas, etc.; favorecer las
perspectivas pedagógicas con un programa de charlas y recorridos a los lugares
históricos de Bahía Blanca, para elaborar la historia en el espacio concreto;
seguir trabajando con el apoyo a distintos proyectos locales, y muchas cosas
más”.
OPINIÓN
OPINIÓN
Cómo relaborar nuestra historia, desde
la cultura
Por Candela Sandoval
Durante la segunda mitad del siglo XX,
específicamente durante la última Dictadura cívico-militar, Bahía Blanca fue una de las ciudades más militarizadas,
por ser la ubicación concreta del V Cuerpo del Ejército Argentino, y por su
proximidad con la Armada.
En aquella época, las expresiones
culturales se vieron reprimidas, controladas, forzadas a desaparecer,
descontando las pocas que no ofendieron la moral represiva y dictatorial. Y,
aunque eso fue hace mucho tiempo, la imagen bahiense no ha podido reivindicarse
frente a los ojos de otras provincias.
Pero el presente es diferente, es
nuevo y prometedor, y es por ello que el director del Instituto Cultural,
Sergio Raimondi, plantea, desde su cargo, la necesidad de encontrar una
narrativa acorde al estado social actual y relaborar el modo de percibir
nuestra propia historia. “Estamos en una sociedad a la que ese viejo relato le
resulta anacrónico, porque existe, actualmente, una movilidad, una dinámica
cultural donde se ve una ciudad distinta”.
Así, el promover nuestra cultura, nuestras
costumbres y nueva mirada de los hechos, simboliza también desmentir esa mirada
conservadora y reprobadora, que aún hoy nos castiga, aunque esto no implique
olvidar, desaparecer de nuestra memoria lo pasado.
Para Raimondi, este trabajo no
significa crear una nueva “identidad bahiense”, porque encuentra este término
como impreciso y acotado. “Hablar de identidad es complicado, porque termina
siendo imposible a partir de rechazos, es decir, dejando siempre algo afuera.
Yo la acepto siempre y cuando acordemos que no es una instancia, sino un
proceso continuo, una construcción heterogénea, por ende muy difícil de definir”.
La historia nos enseña, no sólo de
nuestras victorias, sino, especialmente (y lamentablemente), de nuestros
errores. El eliminar la forma más pura de expresión, de conciencia humana, como
es la cultura y sus productos, es eliminar en sí la esencia del hombre, como
ser artístico e histórico que representa su propia evolución, su propio avance
mental y social. Los cambios que hemos pasado, los hechos que hemos debido
presenciar, sirvieron para establecer nuevas ideas, nuevas pautas y no permitir
ser pisoteados. El expresarlo, el contarlo, cada uno desde su perspectiva y
capacidad, significa, también, el “nunca olvidar”.
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