jueves, 25 de octubre de 2012

"Los murales son más directos, siempre te dicen cosas, y representan lo que no se dice en otros lados de la sociedad"

Por Santiago Matías Vázquez


Periodismo en Redacción mantuvo un diálogo con Omar Sirena. El artista, más allá de que él no se define como tal, sino como “un laburante del arte”, nos habló de su visión de la cultura de Punta Alta, entre otros temas más: su obra, el arte y la ideología. Nos recibió en su casa, allí donde funciona el Centro Cultural Huevo Duro.

Frente del Centro Cultural Huevo Duro.
Desde su óptica, la movida cultural de la ciudad la ve como apagada. “Yo tengo el Centro Cultural para que haya algo alternativo, y cuando organizo exposiciones no viene nadie”. Más allá de que no nota la existencia de políticas que fomenten la actividad cultural, reconoce que “nuestro pueblo no tiene vida, está totalmente dormido”. Y agrega que “los pocos chicos y personas que se juntaban en mi casa para organizar cosas, al poco tiempo se separan y pierden la ilusión de poder generar algo en la ciudad”.

Una de las quejas que reconocen varios artistas de Punta Alta es que faltan lugares para poder expresarse. Sirena reconoce esto como un “pretexto”. “Los lugares se hacen. Acá hay un lugar (en referencia a su Centro Cultural) y no se acerca nadie. Se pueden juntar 10 tipos para alquilar o tomar una casa para hacer actividades culturales y nadie los puede sacar por hacer eso. No hay coraje ni pasión, eso es lo que falta en Punta Alta, y tampoco hay gestores ni nadie que está en la Dirección de Cultura hace algo para cambiar las cosas”. 

En este sentido, aprovechamos para consultarlo sobre los proyectos que hizo público el intendente de construir un anfiteatro y un SUM en el Parque San Martín, para concentrar allí las actividades culturales. Según el muralista, “eso no ayudaría en nada para detener a los artistas en la ciudad. Yo puse el Centro Cultural para frenar ese proceso y no lo logré, aunque tampoco aparecieron muchos. Es muy difícil encontrar a un tipo que diga yo me voy a dedicar a esto”. Por último, en esta temática agrega que “si vos querés hacer algo y le tenés ganas y pasión lo vas a hacer en cualquier lado y de cualquier manera”.

Mural ubicado en el Parque Sarmiento.
Interrogándolo por su trabajo como muralista en Punta Alta, nos cuenta que tiene alrededor de 15 obras. Aquí también tiene una opinión crítica debido a que éstas no se encuentran en buen estado. “Los murales son patrimonio de todos. Están destruidos los de acá. Nadie pone un peso para restaurarlos, empezando desde el gobierno municipal que tiene la obligación de proteger el patrimonio cultural. Todo es dinero, pero la mayoría los hice con dos mangos y otros gratis”. 

Por otro lado, más allá que esta profesión le permitió realizar trabajos en varios países y en otros lugares de Argentina, él identifica a los murales de Punta Alta como “los más significativos, porque hacer cosas acá era muy difícil. Los primeros murales fueron más estéticos y con el tiempo, cuando las condiciones de Argentina fueron cambiando, pude de a poco trabajar y profundizar sobre temas más agudos”. 

También nos cuenta que actualmente “ya no quiero hacer más nada, salvo que dependa de mí y sienta las ganas de ayudar a causas de los derechos humanos”. Aquí se detiene y nos relata una anécdota sobre un proyecto de trabajo que intentó realizar: “Hace poco me ofrecí a pintar murales en el barrio Albatros, y me mandaron a hablar con gente de la sociedad de fomento. Fui y me preguntaron quién era yo, y cuando me conocieron me dijeron que no haga nada que sea de derechos humanos. A lo que le dije que derechos humanos también son respirar aire puro, tomar agua sana, tantas cosas son derechos humanos”. 

Sobre el final de la entrevista, lo consultamos sobre la vinculación entre arte e ideología. Su opinión fue muy clara: “no hay arte sin ideología, no hay persona sin ideología. Cuando un pintor asume exponer en un salón de arte sus obras, de manera individual y venderlas para hacer dinero de esa manera, eso representa una posición ideológica muy individualista”. 

Desde su punto de vista, y por el camino que siguió dentro del mundo artístico, nos dice que “los muralistas tendemos a integrarnos y complementarnos, y a interactuar con el tipo que está en la calle. Los murales son más directos, siempre te dicen cosas y tienden a representar cosas que no se dicen en otros lados de la sociedad. Hay quienes deciden vender en salones y ganar mucha guita; el muralista decide salir a la calle, es algo más asociado con los problemas del hombre, y desde allí aportamos nuestro granito de arena asumiendo los problemas. Es otro paquete ideológico, otra manera de pensar, y así pasa en todas las ramas del arte”.



 OPINIÓN

 Por Santiago Matías Vázquez

La cultura de Punta Alta, entre el presente y el futuro

El movimiento cultural de Punta Alta se encuentra en pleno debate. Por un lado se alzan voces pidiendo por lugares de expresión, y por otro lado no se logra conformar una unión o alianza entre todas las ramas que involucran al campo cultural, para que en conjunto lleguen a conquistar sus deseos. También es notable aclarar que desde los sectores oficiales no se generan políticas que ayuden y fomenten el desarrollo cultural del distrito, ni el apoyo a los actores culturales ya existentes. En medio de este problema reconocido por muchos, es necesario intervenir en forma efectiva para encontrar soluciones a dicho inconveniente.

Otro flagelo que colabora a esta problemática es que una gran cantidad de jóvenes que buscan encontrar espacios donde desarrollar su potencial cultural en Punta Alta, no reconocen a ninguno, y muchos de ellos optan por emigrar a otras ciudades para satisfacer sus pretensiones. Mientras que los que se quedan, con el paso del tiempo pierden la ilusión o las ganas, ya que no son capaces de emprender una actividad acorde a sus requisitos, y tampoco llegan a apropiarse de algún espacio que pueda existir.

En concordancia con lo anterior, sólo en el futuro podremos ver si con la construcción de espacios para actividades culturales que se harán en el Parque San Martín, si es que las mismas finalmente se concretan, se puede brindar una tentativa solución. Pero no hay que pasar por alto que con un presupuesto escaso y mucho más reducido el destinado a la cultura, a la que muchos ven como un gasto y no como una inversión, se seguirá obstaculizando el desarrollo cultural de Coronel Rosales.

En líneas generales el problema de la movida cultural rosaleña está latente, y tanto los que desarrollan actividades culturales como los organismos oficiales, no pueden abstraerse del mismo. Lo conveniente sería comenzar a generar una conciencia participativa y de inclusión entre todos los diferentes hacedores de cultura, para que desde allí comiencen a gestar proyectos desde abajo, para reactivar la cultura de Coronel Rosales e interpelar de manera más directa a las instituciones establecidas.

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