Periodismo en Redacción mantuvo un diálogo con Omar Sirena.
El artista, más allá de que él no se define como tal, sino como “un laburante
del arte”, nos habló de su visión de la cultura de Punta Alta, entre otros
temas más: su obra, el arte y la ideología. Nos recibió en su casa,
allí donde funciona el Centro Cultural Huevo Duro.
Frente del Centro Cultural Huevo Duro. |
Desde su óptica, la movida cultural de la ciudad la ve como
apagada. “Yo tengo el Centro Cultural para que haya algo alternativo, y cuando
organizo exposiciones no viene nadie”. Más allá de que no nota la existencia de
políticas que fomenten la actividad cultural, reconoce que “nuestro pueblo no
tiene vida, está totalmente dormido”. Y agrega que “los pocos chicos y personas
que se juntaban en mi casa para organizar cosas, al poco tiempo se separan y
pierden la ilusión de poder generar algo en la ciudad”.
Una de las quejas que reconocen varios artistas de Punta
Alta es que faltan lugares para poder expresarse. Sirena reconoce esto como un
“pretexto”. “Los lugares se hacen. Acá hay un lugar (en referencia a su Centro
Cultural) y no se acerca nadie. Se pueden juntar 10 tipos para alquilar o tomar
una casa para hacer actividades culturales y nadie los puede sacar por hacer
eso. No hay coraje ni pasión, eso es lo que falta en Punta Alta, y tampoco hay
gestores ni nadie que está en la Dirección de Cultura hace algo para cambiar
las cosas”.
En este sentido, aprovechamos para consultarlo sobre los proyectos
que hizo público el intendente de construir un anfiteatro y un SUM en el Parque
San Martín, para concentrar allí las actividades culturales. Según el
muralista, “eso no ayudaría en nada para detener a los artistas en la ciudad.
Yo puse el Centro Cultural para frenar ese proceso y no lo logré, aunque
tampoco aparecieron muchos. Es muy difícil encontrar a un tipo que diga yo me voy
a dedicar a esto”. Por último, en esta temática agrega que “si vos querés hacer
algo y le tenés ganas y pasión lo vas a hacer en cualquier lado y de cualquier
manera”.
Mural ubicado en el Parque Sarmiento. |
Interrogándolo por su trabajo como muralista en Punta Alta, nos cuenta que tiene alrededor de 15 obras. Aquí también tiene una
opinión crítica debido a que éstas no se encuentran en buen estado. “Los
murales son patrimonio de todos. Están destruidos los de acá. Nadie pone un
peso para restaurarlos, empezando desde el gobierno municipal que tiene la
obligación de proteger el patrimonio cultural. Todo es dinero, pero la mayoría
los hice con dos mangos y otros gratis”.
Por otro lado, más allá que esta profesión le permitió
realizar trabajos en varios países y en otros lugares de Argentina, él
identifica a los murales de Punta Alta como “los más significativos, porque
hacer cosas acá era muy difícil. Los primeros murales fueron más estéticos y
con el tiempo, cuando las condiciones de Argentina fueron cambiando, pude de a
poco trabajar y profundizar sobre temas más agudos”.
También nos cuenta que
actualmente “ya no quiero hacer más nada, salvo que dependa de mí y sienta las
ganas de ayudar a causas de los derechos humanos”. Aquí se detiene y nos relata
una anécdota sobre un proyecto de trabajo que intentó realizar: “Hace poco me
ofrecí a pintar murales en el barrio Albatros, y me mandaron a hablar con gente
de la sociedad de fomento. Fui y me preguntaron quién era yo, y cuando me
conocieron me dijeron que no haga nada que sea de derechos humanos. A lo que le
dije que derechos humanos también son respirar aire puro, tomar agua sana,
tantas cosas son derechos humanos”.
Sobre el final de la entrevista, lo consultamos sobre la
vinculación entre arte e ideología. Su opinión fue muy clara: “no hay arte sin
ideología, no hay persona sin ideología. Cuando un pintor asume exponer en un
salón de arte sus obras, de manera individual y venderlas para hacer dinero de
esa manera, eso representa una posición ideológica muy individualista”.
Desde
su punto de vista, y por el camino que siguió dentro del mundo artístico, nos
dice que “los muralistas tendemos a integrarnos y complementarnos, y a
interactuar con el tipo que está en la calle. Los murales son más directos,
siempre te dicen cosas y tienden a representar cosas que no se dicen en otros
lados de la sociedad. Hay quienes deciden vender en salones y ganar mucha
guita; el muralista decide salir a la calle, es algo más asociado con los
problemas del hombre, y desde allí aportamos nuestro granito de arena asumiendo
los problemas. Es otro paquete ideológico, otra manera de pensar, y así pasa en
todas las ramas del arte”.
OPINIÓN
Por Santiago Matías Vázquez
La cultura de Punta Alta, entre el presente y el futuro
El movimiento cultural de Punta Alta se encuentra en pleno
debate. Por un lado se alzan voces pidiendo por lugares de expresión, y por
otro lado no se logra conformar una unión o alianza entre todas las ramas que
involucran al campo cultural, para que en conjunto lleguen a conquistar sus
deseos. También es notable aclarar que desde los sectores oficiales no se
generan políticas que ayuden y fomenten el desarrollo cultural del distrito, ni
el apoyo a los actores culturales ya existentes. En medio de este problema
reconocido por muchos, es necesario intervenir en forma efectiva para encontrar
soluciones a dicho inconveniente.
Otro flagelo que colabora a esta problemática es que una
gran cantidad de jóvenes que buscan encontrar espacios donde desarrollar su
potencial cultural en Punta Alta, no reconocen a ninguno, y muchos de ellos
optan por emigrar a otras ciudades para satisfacer sus pretensiones. Mientras
que los que se quedan, con el paso del tiempo pierden la ilusión o las ganas,
ya que no son capaces de emprender una actividad acorde a sus requisitos, y
tampoco llegan a apropiarse de algún espacio que pueda existir.
En concordancia con lo anterior, sólo en el futuro podremos
ver si con la construcción de espacios para actividades culturales que se harán
en el Parque San Martín, si es que las mismas finalmente se concretan, se puede
brindar una tentativa solución. Pero no hay que pasar por alto que con un
presupuesto escaso y mucho más reducido el destinado a la cultura, a la que
muchos ven como un gasto y no como una inversión, se seguirá obstaculizando el
desarrollo cultural de Coronel Rosales.
En líneas generales el problema de la movida cultural
rosaleña está latente, y tanto los que desarrollan actividades culturales como
los organismos oficiales, no pueden abstraerse del mismo. Lo conveniente sería
comenzar a generar una conciencia participativa y de inclusión entre todos los
diferentes hacedores de cultura, para que desde allí comiencen a gestar
proyectos desde abajo, para reactivar la cultura de Coronel Rosales e
interpelar de manera más directa a las instituciones establecidas.
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