lunes, 27 de octubre de 2014

El porqué del silencio. De lo que no se habló.

Por María Cristina Gallo
Autoridades, coro y disertante
Como parte de los festejos por el “25° Aniversario del Círculo Trentino de Bahía Blanca” y la “XIV° Semana de la Lengua Italiana” organizada por la “Asociación Dante Alighieri” local, el pasado Viernes 24 de octubre de 2014, a las 20.00 hs., en Rondeau, 26 de Bahía Blanca, la Licenciada en Historia Ana Miravalles, ofreció una conferencia sobre "Heridos de guerra: la 1° Guerra de los inmigrantes italianos llegados a Bahía Blanca después de los años 20”.

El atentado de Sarajevo, ocurrido el 28 de junio de 1914, inició la Primera Guerra Mundial, en la que el Reino de Italia intervino en mayo de 1915, siendo convocados a las armas, también,  los jóvenes italianos residentes en Bahía Blanca. En su relato, la Licenciada Miravalles, expuso sobre el trabajo de investigación que viene realizando, basado en su propia experiencia, a partir de las anécdotas  individuales sobre la Primera Guerra Mundial contadas por su abuelo y la de otros descendientes de italianos así como documentación de tal época.

Ana Miravalle (foto cortesía Circulo
Trentino Bahía Blanca)
De escuchar los relatos de su abuelo, con el tiempo, cuenta, que percibió que esa Guerra no tenía nada que ver con la Guerra de las canciones de los Alpinos que le enseñaron en el Coro de la Sociedad Italiana a fines de los años 70 ni con los monumentos de la ciudad de Trento ni con los poemas de Ungarelli. Tampoco con la Primera Guerra Mundial que estudió en el Curso de Historia Italiana en la “Asociación Dante Alighieri” y en la Universidad, al cursar Historia del Mundo Actual. En esos ámbitos se la presentaba como la Cuarta Guerra de la Independencia o la conclusión del Proceso de Unificación Territorial y el factor decisivo de Consolidación del Estado Italiano. La Guerra de su abuelo parecía una guerra sin héroes, la travesía de miles de campesinos de lengua italiana de esa región, que estaban en el sur del Imperio Austríaco y que fueron enviados al frente de batalla, primero como soldados austríacos de habla italiana y que luego pasarían a ser prisioneros de los rusos. Se calló todo lo que desentonaba con el relato oficial. A través de las entrevistas que realizó a descendientes de italianos de otras regiones, observó que, al contar las historias de la Primera Guerra, sus versiones coincidían en las terribles impresiones que la guerra les había dejado. Diez mil quinientos trentinos y un millón y medio de italianos muertos. Estos italianos vivieron, además, otra experiencia fuerte y traumática: la de la emigración de ultramar. Del frente de batalla en Galizia, en el frente ruso, a Kiev como prisioneros del campo de Kirsanov, hasta Vladivostok en el Pacífico, para volver a Italia, al frente de batalla en los Alpes (de uno o del otro lado de la frontera) y luego a la Argentina y a Bahía Blanca. Preguntándose la disertante ¿cómo ha pesado y pesa esa doble herida? ¿Cuánto de esas historias se cuelan en nuestras actitudes, en nuestros modos de concebir y percibir nuestra realidad, miedos y ambiciones? Ello, a pesar de haber sucedido del otro lado del mundo y hace cien años. 
Desde principios del 1900 comenzaron a llegar a Bahía Blanca miles de inmigrantes italianos. Pero, después de 1919, los que llegaron, aunque todos traían el pasaporte italiano, muchos de ellos vivieron la Primera Guerra Mundial luchando en trincheras opuestas: unos como soldados del Reino de Italia y los otros del Imperio Austríaco: los trentinos y triestinos de lengua italiana. Cuando llegan estos últimos se encuentran con muchos discursos y festejos por la victoria del Reino de Italia sobre los austríacos. Quienes participaban de los festejos eran los italianos que ya estaban en Bahía Blanca, la pequeña burguesía liberal local que exaltaba el heroísmo de Garibaldi y Mazzini como artífices de la unidad territorial italiana, festejando una guerra que ocurrió a más de quince mil kilómetros de distancia. No había lugar en ese entonces para que, quienes habían vestido el uniforme del enemigo,  aunque  fueran italianos ellos también. Tampoco para el relato de vivencias no tan heroicas. El contraste más fuerte se dió entre aquel vozarrón de las evocaciones públicas y el silencio de los trentinos y triestino; entre la retórica de la Patria y crudeza de la experiencia vivida por aquéllos. De las cosas terribles de la Guerra, los que volvieron, como el abuelo de quien exponía, dejaron de hablar, pero lo que queda callado, dice Ana Miravalles, en algún momento, igual se trasmite de un modo no verbal, influyen en decisiones y actitudes ante la vida: miedos, necesidad de acumular, de no tirar nada, alerta constante, comer todo lo que se servía en el plato, no demostrar ni demasiada alegría ni tristeza.
Muchos trentinos, que se encontraban bajo la potestad del Imperio Austríaco, tuvieron que pelear contra otros trentinos, enrolados como voluntarios en el ejército del Reino de Italia. La población civil de esas regiones de la línea de fuego también sufrió. Fue evacuada y obligada a dejar sus casas y permanecer por al menos tres años, la mayor parte, en campos de refugiados. De los pueblos que no fueron evacuados, mujeres, niños y adolescentes  fueron afectados al servicios militar, por ejemplo cargar piedras, mantener caminos o palear la nieve.  Sin comida ni medicamentos sufrieron epidemias y enfermedades. La crisis económica, luego de la Guerra, los obligó a emigrar a América. Allí, a aceptar una versión de la guerra, guardar silencio, vivir la experiencia traumática de pérdida de la propia lengua, costumbres, lazos familiares,  el paisaje, necesidad de adaptarse.
A lo largo de la conferencia, se escucharon canciones de los que vivieron la guerra. Estas recién en los últimos años han sido recuperadas y revalorizadas. Fueron cantadas por cuatro alumnas del Conservatorio de Música local. Aluden, más bien, a una memoria doliente y antiheroica, hablan de novias, fuentes, humo, fuego de ametralladoras, de la Mamma y del ansiado regreso del soldado. Resultó emocionante, cuando el coro comenzó a cantar, observar cómo poco a poco, algunos de los presentes comenzaban a unírsele formando una sola voz.  

La necesidad de estos inmigrantes fue la de borrar lo antiguo, la historia y asimilarse a lo argentino. Sus nietos se empeñan en reconstruir la historia.

2 comentarios:

  1. ¡Muy buena la reseña, muchísimas gracias!

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  2. De nada Ana. Un placer escucharte y enterarnos de la "otra" historia. Fue muy interesante. Nos ayuda a comprender algunas cosas actuales.

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