Jonathan Settembrino
Nuestros abuelos y nuestros padres han disfrutado en la
niñez de este invento tan particular que incluso hoy en día sigue manteniendo
viva la mirada de admiración en los más
niños y una mirada de nostalgia en los más adultos. Hace poco más de dos años
una calesita fue inaugurada en la Plaza General Belgrano y hace menos de un mes
otra más dio luz en el flameante parque San Martín.
Virginia Juárez una de las tantas madres que lleva a su
hijitos de 5 y 7 años al parque nos brindó unas palabras para Periodismo en
redacción.
-Imagino que ya no te subís a la calesita pero recordaras
otros tiempos cuando si lo hacías ¿cómo se siente traer a los niños a este
lugar?
La verdad la primera vez fue muy emotivo y creí que iba a
ser la primera vez pero siempre que venimos se me viene alguna imagen en la
cabeza de cuando era niña y con amigos nos subíamos. Nos traía el abuelo de una
amiga de la infancia que aún hoy es una gran amiga, casi una hermana de la
vida.
-Además de los divertimentos variados que ofrece esta generación
más tecnológica ¿notas que aún se
mantiene ese enamoramiento en la primera infancia sobre la calesita?
Sabes que al principio cuando me enteré de la puesta en
marcha de la calesita sentí alegría y tristeza. Creí que los niños no le iban a
dar el interés que le habíamos dado hace algún tiempo los adultos pero noté
todo lo contrario.
-¿Qué se siente ahora que sabes que la calesita es un
invento que traspasa las barreras del tiempo?
¡Una enorme alegría! ¡Imagínate! Yo trabajo con niños todo el tiempo y trabajé
toda mi vida. Es hermoso ver los ojos de ellos envueltos en felicidad por cada
ronda que dan.
-Muchas gracias por tu tiempo, te dejo así te subís un
ratito antes que termine el día
-Ojalá me dejen (risas).
Muchas gracias a vos por la entrevista
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