viernes, 1 de abril de 2016

Robar la educación

Por Lautaro Peñaflor- Bahía Blanca

El director se prestó a un interesente intercambio con
los asistentes

El miércoles comenzó una nueva edición de “No solo en cines”, la propuesta mensual de la Cooperativa Obrera en Bahía Blanca, que busca exhibir películas-documentales del circuito alternativo e independiente. En esta ocasión fue proyectado en el Centro Cultural de la organización el film “13 puertas”, del director ecuatoriano David Rubio. El mismo relata la historia de un grupo de presos de la Unidad Penal N° 48 de José León Juárez, que tienen la posibilidad de estudiar Sociología en su contexto de encierro, por medio de un convenio con La Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

Luego de una breve introducción a cargo de Daniela Aduriz, una de las organizadoras, comenzó la reproducción, que luego contó con un debate. Para el mismo se contó con la presencia de Mauro A. Fernández (escritor, docente, guionista y conocedor de la temática de las clases en contextos de encierros, al haber sido profesor en cárceles); y del Director David Rubio, por medio de una videollamada, quien se prestó al intercambio y a responder las preguntas del público presente.
“13 puertas” debe su nombre a la cantidad de portones, precisamente, que se deben atravesar para llegar al área de la penitenciaría destinada a la educación universitaria de los internos. Resulta un título elocuente en vistas de que, aun tratándose de una valiosa herramienta para apostar a la reinserción de quienes están en prisión, sólo un minoritario grupo de ellos accede a programas de formación, en cualquiera de sus niveles. “Quisimos transmitir eso: que la educación es algo que nos puede transformar, cambiar nuestra forma de ver y, desde ahí, pensar otras posibilidades”, explicó David Rubio.

Si bien alternativas de este tipo existen en gran cantidad de cárceles en nuestro país (incluso en la Unidad Penal N°4 de nuestra ciudad), a través de la Universidad Nacional de San Martín, el penal del que trata este producto tiene una particularidad: ofrece la posibilidad de estudiar una carrera de grado no sólo a los internos, sino también a los guardiacárceles, mostrándose en el documental la convivencia y el respeto entre internos y custodios, además del valioso intercambio entre ellos. En esa aula, por algunas horas, dejan de ser “preso” y “policía” para ser simplemente, compañeros en pie de igualdad, con la misma motivación de aprender.

En tal sentido, el director explicó que “las personas cuando salen del rol que la sociedad les impone, generan un intercambio novedoso. Se permite que haya una interacción más allá de ese rol. Se dio otra manera de interactuar entre ellos. La violencia intrínseca se redujo mucho: tanto del vigilante hacia el interno, como al revés. Eso lo puedo decir como resultado que se desprendió del proyecto, sin entrar en la opinión personal de si está bien que el vigilante estudie junto al preso”.
La propuesta al realizador ecuatoriano llegó por parte de la Universidad: lo invitaron a llevar adelante un taller de cine en la cárcel. Producto de ese vínculo, acabó tornándose una necesidad de todo el grupo volcarse a la creación de este producto. 

No obstante, Rubio no estuvo exento de prejuicios a la hora de ingresar al penal: “Esperaba encontrarme con una cárcel más sucia y violenta. Me imaginaba que iba a escuchar mucho alboroto, y los momentos más terroríficos de la cárcel en realidad eran cuando había silencio. En esa cárcel ´estética´ que se ve en la película, había muertos todas las semanas. Entonces, siempre era estar uno mismo rompiéndose los imaginares que tenía y eso era interesante por la parte cinematográfica, y difícil por la parte humana, porque a veces incluso veíamos charquitos de sangre. Esa es la parte que siempre se muestra, y nosotros no quisimos poner eso en la película, porque justamente, sería enfocarse en lo que siempre vemos de las cárceles”, explicó.
Asimismo, y respecto a la relación que se dio con los internos, David Rubio mencionó: “ Esperaba encontrarme con gente muy mala, y en realidad me di cuenta que la cárcel está llena de pibes jóvenes y que, la verdad, es una empresa de esclavitud moderna, a la que se va a aprender a ser delincuente. Pero, a su vez, si te olvidás de su causa o su legajo, hasta por ahí te hacés amigo de esa persona. Te deja desarmado desde un lugar moral, planteándote un montón de cosas”.

A lo largo de los minutos, la película cuenta varias historias. Pero una de las más atrapantes, es la de Waldemar Cubilla. En su caso se puede evidenciar cómo la educación potencia ideas que el joven tenía, pero que de otra forma no hubiera podido canalizar positivamente. Waldemar cursa casi por completo su carrera en la cárcel, participa de jornadas académicas, obtiene la libertad, consigue un trabajo relacionado a su estudio, y hasta funda una Biblioteca Popular en su barrio. “Estudiar me dio la posibilidad de existir, y no sólo resistir, dentro de la cárcel”, explica lúcidamente el joven durante la proyección. 
Existen casos muy paradigmáticos en nuestro país y en países vecinos de cárceles en las que el acceso a la posibilidad de formarse académicamente a las personas privadas de la libertad, brinda un sinfín de nuevas oportunidades a los presos que, al salir, deben reinsertarse en la sociedad. 

“13 puertas” se inmiscuye en esa realidad problemática para nuestra sociedad, que se debe un debate al respecto. Tal y como se puede escuchar en un pasaje de la película, el ingreso de una Universidad a la cárcel, da a personas que de otra forma no tendrían oportunidades de progresar, la posibilidad de “robar la educación” de la cabeza de sus maestros, para apropiársela. Esos saberes se quedan con ellos y les dan a los condenados una nueva visión, además de una amplia gama de nuevas alternativas para la hora de enfrentarse nuevamente con la sociedad extramuros. 
Esta vez, no obstante, ese robo se da sin el empleo de violencia y sin perjudicar a nadie: toda vez que un ciudadano tenga la posibilidad de educarse, las consecuencias sociales sólo pueden ser positivas.

“NO SOLO EN CINES” proyecta películas e invita al debate los últimos jueves de cada mes, a las 20 horas, en el Centro Cultural de la Cooperativa Obrera (Zelarrayán 560), con entrada libre y gratuita.

1 comentario:

  1. gracias a ustedes por ayudarnos a difundir nuestro trabajo. Estuvo muy bueno todo.

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