lunes, 17 de septiembre de 2012

Un nuevo lugar para disfrutar


Candela Sandoval
La noche del sábado 15 de septiembre, Bahía Blanca tuvo el honor de vivenciar la inauguración oficial del Espacio Puentes Amarillos, en Mitre al 400, un lugar destinado a promover  el arte y la música local. Sus dueños son Julián Ahumada, Facundo Mazzuli, Valentín Severini y Nicolás Leiva, de 23, 22, 23 y 24 años respectivamente, integrantes de la banda de blues y jazz “Círculo Cromático”.  
Inauguración Espacio "Puentes Amarillos"
Este grupo lleva a cabo, en este espacio, innumerables emprendimientos, como, por ejemplo, la creación y reparación de instrumentos musicales y las famosas “Guitablas”,  tablas de picadas y pizzas de madera con forma de guitarras. Además, cuentan con una sala de ensayo que toda banda puede alquilar y que próximamente se convertirá en sala de grabación. Realmente son incontables la totalidad de actividades y mucho más los proyectos a futuro que estos chicos tienen pensado llevar a cabo en esta vieja casona totalmente refaccionada.
Esa misma noche, el Espacio contó con la presentación de la Compañía Teatral Devenir, con su obra “Del otro lado del tiempo”, dirigida por Gustavo Vallejos e interpretada por Verónica “Pampa” González, ambos artistas independientes que recorrieron con esta función más de 17.000 km y 27 festivales internacionales. “La inspiración nos llegó al darnos cuenta de que, en este país, la muerte es un enemigo, un problema. Nosotros viajamos muchísimo y en la búsqueda poliétnica es donde aparecen distintas situaciones sobre la muerte,  y notamos que Argentina y Bulgaria son, de los lugares que pudimos conocer, los más tristes. Comenzamos a indagar y en la mayoría de los países latinoamericanos sus habitantes son muy festivos con este tema. Así que decidimos hacerle un homenaje a la vida con la muerte, que es el tramo semifinal de algo nuevo que todavía no conozco. Después, cuando vuelva, les cuento”, contó divertido Vallejos.
Verónica "Pampa" González en plena función
La función comenzó a las 22, con una escenografía oscura, apenas iluminada por tenues velas, y la imagen misteriosa de una mujer sentada en una esquina de la habitación. Así, con paciencia, la actriz desenreda de a poco la historia de su personaje, la mismísima Muerte, sus múltiples personalidades y la espontaneidad de sus acciones. Lo inesperado, lo desconocido, el miedo y, por momentos la risa, inundan el lugar. El espectador debe estar dispuesto a enfrentarse con la cruda presentación y el increíble talento de su artista, quien carga de suspenso el ambiente y mantiene en vilo a su público hasta el final de la presentación.

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