miércoles, 30 de septiembre de 2015

Tragedia de Malvinas, “el dolor nunca pasa”.



Aldo Pier- Carmen de Patagones
Marisa Santa Cruz reclama Justicia
A once años de la tragedia en la escuela Malvinas de Patagones, Marisa Santa Cruz, mamá de Federico Ponce, uno de los jóvenes asesinados en el establecimiento educativo, expresó a Periodismo en Redacción, “el dolor nunca pasa”.
La ceremonia prevista debió suspenderse debido a las inclemencias del tiempo.
El 28 de septiembre es una fecha que ningún maragato olvidará,  fue el día en que las sirenas sonaban sin parar, los medios nacionales e internacionales hablaban de Patagones casi al mismo tiempo y  mientras unos vecinos se preguntaban que ocurría, otros se dirigían rápidamente a la escuela Islas Malvinas de Patagones.
Allí se encontraron con lo que jamás habrían querido ver, pensar o escuchar. Un estudiante de secundaria, más tarde conocido como Junior,  había matado a tres de sus compañeros de clase, disparándoles con un arma dentro del aula, e hiriendo a otros cinco chicos. Una verdadera tragedia.
Once años después, una vez más, familiares, amigos y vecinos, decidieron juntarse en el Parque Piedra Buena, lugar en el cual el año pasado se inauguró una obra que consiste en tres estructuras metálicas de 5,50 metros de altura, que asemejan árboles y rematan en copas con forma de lámparas. Su creador, el artista plástico Danilo Vasiloff, la definió "como un compromiso con la memoria y con la vida, para que no haya olvido y que el dolor se transforme en paz".
El objetivo de este encuentro en el parque era reflexionar y no olvidar, pero el mal tiempo les jugó una mala pasada y las actividades previstas no se pudieron llevar a cabo.
Marisa Santa Cruz, mamá de Federico Ponce, expresó “el dolor nunca pasa, aunque muchos dicen que el tiempo lo cura todo, todavía no ha trascurrido lo suficiente como para que el dolor calme”.
Marisa reflexionó sobre la fecha y dijo “estemos atentos a todos los síntomas de los chicos y escuchémoslos, esta es una tarea que debe ir de la mano con la familia y la comunidad educativa.  Esa es la única forma de detectar si hay algún problema como el que nos pasó a nosotros”,  precisó la mamá de Federico. Quien a su vez destacó el acompañamiento de la comunidad de Patagones en todo este tiempo y mencionó lo emotivo que fue para ella el abrazo simbólico realizado durante la jornada en la escuela Islas Malvinas.
Al ser consultada acerca de cómo está la causa en la justicia, respondió “recién están en una etapa de recolección de pruebas, o sea que nada”, finalizó.
Sandra Núñez, Evangelina Miranda de 16 años, y  Federico Ponce de 15, perdieron sus vidas ese fatídico 28 de septiembre de 2004, en tanto fueron gravemente heridos Pablo Saldías, Rodrigo Torres, Natalia Salomón, Nicolás Leonardi y Cinthia Casasola, quienes se fueron recuperando con el transcurso del tiempo.
Junior  fue declarado inimputable por la jueza de Menores de Bahía Blanca, Alicia Ramallo, y fue internado inicialmente en un instituto psiquiátrico donde transcurrió varios años; aunque una reciente investigación de los periodistas Pablo Morosi y Miguel Braillard reveló que actualmente goza de un régimen de semi libertad con residencia en su domicilio familiar.
Si bien al momento de ocurrido el hecho fue muy difícil encontrar una cadena de responsabilidades,  once años tendrían que haber sido tiempo más que suficiente para que alguna respuesta concreta, por lo menos de la justicia y porque no de la comunidad educativa de la escuela sea dada a los familiares. Por algo la mamá de Federico enfatizó sobre brindarles más atención a los chicos.
En cada marcha, cada año que pasa, los familiares buscan respuestas, justicia, que entiendan su dolor, por algo enfatizan acerca de “no olvidar”. Pero también nuestra comunidad tiene su parte y es la de acompañar no sólo desde lo discursivo, sino también con nuestra presencia en estos momentos, que para los más directos pareciera que fue ayer, solo basta ver los rostros de estos padres humedecidos por sus lágrimas.
Eterna es la forma de responder de la justicia a estas familias, tan eterno como el dolor que llevan dentro y que cada año que transcurre no “pasa” como dijo Marisa, sino que perdura y aumenta.

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