lunes, 18 de marzo de 2019

Una tarde mirando al estuario de Bahía Blanca

Por Guadalupe Goñi 
La mujer-pájaro en su camino
 hacia el público. Su disfraz hecho, irónicamente,
de tiras de plástico.

El sábado se llevó a cabo en el museo Ferrowhite una muestra artística destinada a retratar la residencia de un grupo de ocho personas en la Isla de la Gaviota Cangrejera, perteneciente al conjunto de islas que conforman el estuario de Bahía Blanca. 

A partir de las 18 empezaron a llegar jóvenes, adultos mayores y familias enteras al predio de la vieja usina de Ingeniero White, en donde se encuentra el museo-taller Ferrowhite. Caminando desde la puerta de entrada, se encontraban con una carpa verde y a su alrededor, en forma de semicírculo, dispersos banquitos de madera. Media hora después un grupo de cuatro mujeres (Ana Alvarado, Maia Cosín, Romina Tejerina, Mariana Torres) y cuatro hombres (Darío Exequiel Ambrosio, Martín Amodeo, Martín Baretta, Federico Lamas) comenzaron a dar una pequeña introducción de lo que a continuación se iba a presenciar. 

Su primera consigna fue caminar hacia la parte trasera del predio, desde donde se puede observar el estuario en toda su plenitud. Al llegar, pasando por el fantasmagórico paisaje de la abandonada usina, el público podía escuchar grabaciones de voz de los protagonistas al llegar a la isla contando cuántas botellas y desechos se encuentran, y leer la inscripción colgada de los alambres que decía: “de qué está hecha la espuma del mar?”. Luego se invitó a los participantes a vivenciar una representación abstracta en donde una mujer, disfrazada de gaviota, comenzó a lo lejos a moverse con movimientos suaves pero firmes a medida que se iba acercando a los espectadores. Al llegar a sus pies, se tira al piso y rueda unos metros, en medio de botellas de plástico, hasta que deja de moverse. Una niña le pregunta a su papá si eso significa que ha muerto, a lo que el padre responde “puede ser interpretado de distintas maneras”. Los aplausos no tardaron en hacerse presentes. 

Nieves estudia y se interesa por historia del arte y asistió con las ganas de ver cómo “se pone el cuerpo en lo artístico”. En cambio, Fausto se decidió por ir por el interés que le generaba conocer una nueva perspectiva sobre el estuario que combina lo ambiental, histórico, local y artístico. 

Las puertas de una de las edificaciones del predio estaban abiertas, invitando al público a tomar una taza de té o café, pero también a subir por unas escaleras de madera al estilo antiguo, al primer piso en donde se muestran más producciones realizadas en base al viaje a la isla. Allí se encontraban diferentes habitaciones: una de ellas decorada al estilo retro con muchas obras de arte colgadas de las paredes y en estantes. Otra, es un baño, también retro, en donde la principal atracción es la bañera llena de agua, con un pie de plástico que flota y un barco hundido en el fondo. Una tercera habitación muestra poemas dedicados a la naturaleza, y particularmente al estuario, así como también videos producidos en la misma isla. Una cuarta y última habitación presenta una muestra fotográfica acerca de la naturaleza y la contaminación en la isla. 

Ana Alvarado es coreógrafa e investigadora académica, nacida en Portugal, y se enteró de la propuesta por Facebook. Se interesó, pero después se olvidó hasta el día en que le llegó la confirmación de que había sido seleccionada. No tenía ninguna expectativa porque no conocía el contexto, no sabía mucho sobre Bahía Blanca, el estuario o el puerto. Hoy en día puede decir que conoce muchísimo más que antes, que fue una experiencia altamente enriquecedora. 
En la isla no había electricidad o agua; dormían en carpas y debían coordinar esfuerzos comunitarios para llevar a cabo las labores diarias. Maia Cosín rescata que lo mejor del viaje, que duró tres días, fue el trabajo colectivo, que incluso resultó siendo una experiencia divertida. 

El proyecto “Isla Invisible”, en donde se enmarca este viaje, surgió en el 2017 con el objetivo de crear un nuevo acercamiento de la gente de Bahía Blanca e Ingeniero White al estuario. Hasta el 12 de mayo se puede asistir al predio del museo-taller Ferrowhite para vivenciar en primera persona el recorrido.

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